La parroquia de Bethel, un iglesia evangélica de La Haya (Países Bajos), lleva 30 días celebrando misa de manera ininterrumpida las 24 horas para evitar la deportación de una familia de refugiados.
La ley holandesa prohíbe a la policía, ejército u otras autoridades entrar en un lugar de culto para actuar si en éstos se está celebrando un servicio religioso. Por esta razón, pastores de todo el país acuden por turnos a la iglesia para que la misa no se interrumpa y evitar así la deportación de la familia Tamrazyan, procedentes de Armenia.
Theo Hettema, miembro del Consejo General de Ministros Protestantes, asegura que fue una decisión difícil de tomar porque sitúa a la iglesia «en una posición difícil».
«Ninguna iglesia debería tener que escoger entre el respeto al gobierno y el respeto a la dignidad humana», matizó, tal y como reproduce ‘ABC‘