En las carreteras españolas, una práctica común ha generado un intenso debate sobre seguridad vial y legalidad: el aviso de radar entre conductores. Este hábito, que muchos consideran un acto de solidaridad, se encuentra en una zona gris legal que ha llevado a confusión y controversia. Desde las tradicionales ráfagas de luz hasta las modernas aplicaciones móviles, los conductores han desarrollado diversos métodos para alertar sobre la presencia de controles de velocidad. En este artículo, desentrañaremos la compleja realidad detrás de esta práctica, examinando su legalidad, las posibles sanciones y el impacto en la seguridad vial.
1El panorama de los radares en España: Más allá de la simple vigilancia
La Dirección General de Tráfico (DGT) ha implementado una extensa red de radares en las carreteras españolas con el objetivo primordial de reducir los accidentes de tráfico. Esta infraestructura de control de velocidad se compone de diversos tipos de dispositivos, cada uno con sus características y propósitos específicos
Los radares fijos son los más conocidos y visibles. La ley exige que estén claramente señalizados mediante carteles en el margen derecho de la calzada o paneles luminosos. Estos avisos no solo indican la presencia del radar, sino también el límite de velocidad aplicable en ese tramo. Los radares de tramo miden la velocidad media de un vehículo a lo largo de un segmento específico de la carretera. Aunque menos visibles, este tipo de radar igualmente efectivo para controlar la velocidad sostenida.
Por último, los radares móviles representan el elemento sorpresa en el control de velocidad. Generalmente instalados en vehículos de la Guardia Civil, pueden ubicarse en diferentes puntos de la red vial sin previo aviso.
