El Museo Ruso de Málaga expone gran parte de la vanguardia rusa

En una celebración sin precedentes, el Museo Ruso de Málaga ha presentido este jueves la exposición ‘Utopía y vanguardia. Arte ruso en la Colección Costakis’, una muestra que reúne 470 obras de arte y 100 objetos de archivo originales procedentes del MOMus, Museo de Arte Moderno de Salónica, en Grecia. Esta extraordinaria colección, fruto de la pasión coleccionista de George Costakis, un griego-ruso que dedicó décadas a rescatar y preservar los tesoros de la vanguardia rusa, ofrece a los visitantes españoles una oportunidad única de adentrarse en el apasionante desarrollo del arte ruso del siglo XX.

La exposición, comisariada por Maria Tsantsanoglou, directora del MOMus, nos sumerge en un viaje artístico que va desde el simbolismo y el postimpresionismo hasta el suprematismo y el constructivismo, dando a conocer las obras de artistas icónicos como Kazimir Malevich, Liubov Popova, Ivan Kliun, Gustav Klucis, Mikhail Larionov y Pavel Filonov, entre otros. Esta muestra pone de manifiesto la profunda influencia que estos movimientos vanguardistas ejercieron en la evolución del arte moderno a nivel internacional.

Los jóvenes artistas rusos de principios del siglo XX se vieron fuertemente influenciados por el simbolismo y las tendencias postimpresionistas que se desarrollaban en Europa. Pintores como Vrubel y Borisov-Musatov introdujeron técnicas innovadoras en la composición y organización de la superficie pintada, dando lugar a grupos como la Rosa Azul y el Vellocino de Oro.

A partir de 1910, el grupo Vellocino de Oro se disolvió y fue reemplazado por el grupo la Sota de Diamantes, al que se unieron artistas como Malévich, Tatlin, Popova, Exter, Kliun, Larionov y Goncharova. Las obras de este período mostraban claramente la influencia de Cézanne, los cubistas franceses y el orfismo. Por otro lado, el cubofuturismo ruso representó un desarrollo distintivo y autóctono, adoptando elementos del cubismo francés y el futurismo italiano, pero con una visión única y audaz que caracterizó el arte de esa época, con artistas como Popova, Morgunov, Lentulov, Kliun, Udaltsova, Exter y Rozanova.

Kazimir Malevich, uno de los artistas más radicales de la vanguardia rusa, fue pionero en el suprematismo, un movimiento que buscaba la supremacía de la forma y el color sobre cualquier contenido figurativo. El suprematismo debutó en la exposición ‘Última exposición futurista 0,10’, celebrada en Petrogrado (actual San Petersburgo) en 1915. Malevich, con su realidad fantástica «a la que uno debe llegar distanciándose de los aspectos visibles de la vida», fundó el grupo ‘Supremus’, al que se unieron muchos artistas de la tendencia cubofuturista, y dirigió la escuela Unovis (Afirmadores del Nuevo Arte), cuya misión era utilizar el arte para cambiar la percepción estética. Su obra icónica, ‘Cuadrado negro’ (1915), se convirtió en el emblema del movimiento suprematista.

Suprematismo

El constructivismo ruso, una de las tendencias más importantes y el último gran movimiento dentro de la vanguardia rusa, hizo su aparición a principios de la década de 1920. Encabezado por figuras como Alexei Gan o Vladímir Tathin, este movimiento exploró la relación entre el arte y la vida cotidiana, proponiendo crear nuevas condiciones para la vida de las personas a través de una nueva estética basada en la creación de formas y construcciones simples, lógicas y funcionales. La aplicación del constructivismo en la producción masiva de objetos cotidianos sentó las bases para el diseño contemporáneo, dando lugar a lo que se denominó «arte productivo«.

Estos movimientos revolucionarios no solo transformaron la práctica artística en Rusia, sino que también dejaron una marca indeleble en el panorama artístico internacional, influyendo en generaciones posteriores de artistas y movimientos.

La Pasión Coleccionista de George Costakis

Nacido en Moscú en 1913, George Costakis fue un coleccionista apasionado que, a pesar de no tener formación artística ni contacto previo con las creaciones modernas, desarrolló un agudo sentido estético. Su interés por el arte experimental ruso comenzó en 1946 tras quedar impresionado por una obra de Olga Rozanova.

A lo largo de tres décadas, Costakis reunió meticulosamente una colección notable de la vanguardia rusa, rescatando numerosas piezas del olvido y la destrucción. Su dedicación fue tal que, aunque en Moscú lo consideraban un «griego excéntrico que compra basura inútil», estaba convencido de que «algún día la gente necesitará y aprenderá a valorar este arte».

Durante las décadas de 1960 y 1970, el apartamento de Costakis en Moscú se convirtió en un refugio para el arte prohibido de la vanguardia, funcionando como un Museo de Arte Moderno no oficial. Intelectuales y artistas aún recuerdan el famoso apartamento de la avenida Vernadskii, que atraía casi a diario a jóvenes pintores y estudiantes, diplomáticos y políticos extranjeros, artistas famosos, escritores y músicos.

En 1977, Costakis regresó a Grecia, dejando parte de su colección a la Galería Tretiakov de Moscú, y la otra parte, que consta de 1.277 obras, fue adquirida por el Estado griego en el año 2000, convirtiéndose en la colección principal del Museo de Arte Moderno de Salónica. Costakis falleció en Atenas en 1990, pero su legado artístico sigue siendo objeto de admiración y estudio en todo el mundo.