Birdy es una artista especial. La cantautora británica puede haber llegado a la fama entre realities y canciones de otros artistas, en particular su ya icónica versión de ‘Skinny Love’ de Bon Iver. Pero a estas alturas la joven de 28 años es una entidad propia, con un par de discos bajo el brazo que muestran su capacidad de absorber no sólo las influencias del folk pop moderno como el proyecto de Justin Vernon o a Ed Sheeran, sino también los sueños de sintetizadores de figuras como Kate Bush o David Bowie. Por eso su paso por ‘Noches del Botánico’ era al mismo tiempo uno de los más interesantes y uno de los más ignorados con la grada medio vacía y la pista con espacio libre, una lástima dado la fuerza en tarima de la protagonista de la noche.
La artista salió al escenario ataviada de blanco con un vestido casi élfico que la autora de ‘Running Up that Hill’ se hubiese sentido cómoda usando. Pero vale señalar que en vivo es capaz de conseguir su espacio de inmediato. Aunque en teoría se encuentra de gira promocionando su disco más reciente, ‘Portraits’ del año pasado, la pandemia ha hecho que sea un setlist compartido entre este trabajo y el ‘Young Heart’ de 2021.
Ella se paseó cómodamente por ambos trabajos, aunque es cierto que aunque algunas deseaban más de sus canciones viejas, la artista brilla cada vez más con el pop de sintetizador que define su último lanzamiento. Canciones como ‘Raincatcher’ o ‘Keeping Your Head Up’ le permiten entregarse del todo al coro y a la puesta en escena. A pesar de ser una pianista talentosa, y que su voz es suficiente para llenar cualquier estadio del mundo, incluso detrás de un piano, es evidente que es mucho más potente cuando se libera en la tarima.
Es que la artista tiene ese toque bohemia fiestera que define a otras artistas de su generación como Lorde o Billie Eilish. Pero a diferencia de sus contemporáneas la forma de abordar las canciones tanto en su composición como en tarima de Birdy tiene menos que ver con el deseo de estirar y jugar con las composiciones hasta ver sus límites, como lo hacían sus influencias, lo que puede ser que la haga menos accesible, pero también la hace por momento la más interesante.
LOS COVERS Y BIRDY
Pero Birdy no pierde de vista los covers que la hicieron famosa. Casi desde el inicio del concierto la artista interpretó ‘People help the people’ de Cherry Ghost y cerca de la mitad se entregó, como siempre, a ‘Skinny Love’. Esta segunda versión es un contraste especialmente interesante con la original, mientras que la de Vernon es un ejercicio en sutileza, que esconde la toxicidad de su protagonista en medio de la tristeza, la británica la entona a todo pulmón como podría haberlo hecho Freddie Mercury.
No es un defecto. La artista entiende que incluso por encima de su presencia en tarima y su capacidad de componer, su voz es su arma más poderosa. A pesar de sus afilados instintos pop, demostrados en las composiciones de ‘Portraits’ la artista entiende que en ocasiones su mejor arma es subir un par de octavas y entregarse del todo al piano, y que esto le dará su propia identidad a las canciones. Es evidente que cuando versiona una canción de otro artista la transforma a su gusto sin demasiado temor.
‘PORTRAITS’ Y EL PASO AL FUTURO
Aunque la cantautora sigue mostrando cariño por sus discos anteriores, no hay duda que ‘Portraits’ marca un importante antes y después dentro de su carrera en buen nivel gracias a su transformación de cantante indie a diva del pop alternativo. Las canciones pueden llenar cualquier estadio y festival y en algún momento el gran público se dará cuenta, por lo que estas giras, todavía algo humildes, son un momento importante para verla y disfrutarla antes que sea la estrella de festivales que promete ser.