En España, con un parque automovilístico que supera los 35 millones de vehículos, las placas de matrícula son el equivalente al documento de identidad de los coches. Desde su primera implementación en 1900 en Palma de Mallorca, estas placas han evolucionado notablemente. Sin embargo, detrás de esta aparente simplicidad se esconde un enigma legal y operativo: las matrículas opacas, reservadas para usos oficiales y de seguridad, que han permitido la impunidad y el anonimato en ciertos sectores del Estado. La Dirección General de Tráfico (DGT) se ha pronunciado al respecto y ha dejado a más de un conductor indignado. En este artículo te contaremos por qué estás matrículas gozan de mayor libertad ante la mirada de la DGT.
1La evolución de las matrículas: De distintivos geográficos a combinaciones agotadas
Las primeras matrículas españolas incluían distintivos geográficos que identificaban la provincia de matriculación del vehículo. Este sistema, que facilitaba la identificación regional, fue evolucionando hasta llegar a un formato alfanumérico más complejo, debido principalmente a la creciente cantidad de vehículos y la consecuente necesidad de más combinaciones posibles. La eliminación de los distintivos geográficos no solo obedeció a un problema de espacio, sino también a una tendencia hacia la unificación y simplificación de los sistemas de matriculación en Europa.
Con el paso de los años, el número de vehículos en circulación ha aumentado exponencialmente, llevando a la Dirección General de Tráfico (DGT) a enfrentarse al agotamiento de las combinaciones posibles de matrículas. Esta evolución no solo ha sido técnica sino también administrativa, adaptándose a las nuevas realidades del parque vehicular.