Aunque en el Mad Cool están acostumbrados a situaciones límite en cuanto a la aprobación de licencias, este año es fácil imaginar que desde la dirección del evento hay algo de incomodidad con la situación actual. Las dudas de la alcaldía de Getafe por el ruido y los problemas del día a día chocan con el interés de la alcaldía de Madrid de mantener vivo el evento, por los ingresos que genera la ciudad y por la importancia que tiene en el calendario cultural de una Comunidad Autónoma que intentan convertirse en una de las grandes capitales de eventos del continente, hacen que sea complicado a adivinar su futuro.
Se suma la complicada situación política del país, que ha hecho que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y el delegado de Gobierno en la ciudad, Francisco Martín, no estén dispuestos a reunirse. De hecho, la reunión planteada para el lunes entre ambos para revisar el plan de movilidad, en la que también se espera la presencia de la alcaldesa de Getafe, la socialista Sara Hernández, se descarriló antes de empezar con Almeida informando que el lunes a las 12:00, hora marcada por el delegado de Gobierno, ya estaba ocupado, aunque no ha informado en qué.
Además, a pesar de los problemas que ha tenido con el Mad Cool desde Getafe, otros eventos son permitidos. El festival Coca Cola Music Experience, que tendrá lugar en el auditorio John Lennon, donde ya se tuvo que cancelar el Air Music Festival de este año, no ha tenido grandes problemas con la alcaldía, a pesar de ser un espacio de todavía más difícil acceso y también cerca de una zona residencial, pero con el cual no ha habido grandes problemas ni en redes ni en cuanto a decisiones políticas.
Por su lado, el festival ha presentado un plan de movilidad que parece bastante lógico, y que como en años anteriores se enfoca en el transporte público y al que la alcaldía de Getafe ha recomendado sumar una lanzadera que lleve a los asistentes desde las estaciones del metro y cercanías al recinto Iberdrola Music, mejor conocido como Espacio Mad Cool, donde se espera recibir alrededor de 56.000 personas cada uno de los 4 días del evento.
56.000 ESPECTADORES DIARIOS Y 40 MILLONES DE EUROS EN JUEGO POR EL MAD COOL
Lo cierto es que la preocupación del Gobierno de Madrid tiene sentido. Más allá del indiscutible valor del evento a nivel cultural dentro de la capital, es más que valioso económicamente, dejando alrededor de 40 millones de euros en ingresos en la ciudad, además de las ganancias del propio evento. No es un dato menor, y explica por qué lo defienden desde la alcaldía a capa y espada, incluso si se redujo la subvención que se paga al evento no parece que haya dejado de ser prioridad para la ciudad.
Se suma a la importancia que tiene en el caso de la capital para su competencia directa con Barcelona, donde a pesar de los problemas que ha tenido con el gobierno de la ciudad Condal, el Primavera Sound sigue presumiendo de un éxito importante. Dado que un gran festival es clave para poder competir a nivel turístico y cultural, en la actualidad tiene sentido que sigan buscando estrategias para competir con otras ciudades en el continente, no solo en España, tiene sentido que se pelee por mantener el evento.
Por eso hace tanto ruido que la reunión parezca tan complicada. Aunque lo esperado es que finalmente se llegue a un acuerdo, el año pasado terminaron de firmar los permisos una semana antes del evento, ya con el montaje iniciado.
MENOS DE UN MES PARA EL EVENTO
Pero también es de esperar que en la organización del festival están algo nerviosos. Aunque desde el Mad Cool se muestran confiados en su plan de movilidad, que incluye la apertura del Metro y Cercanías hasta las 4 de la mañana, una hora más que el año pasado, y un espacio para taxis, además de intentar mejorar la zona para vehículos privados, aun si estos no son la prioridad. Poco a poco el festival ha apostado cada vez más por el transporte público como opción, e incluso tras los problemas del año pasado, en la práctica ha funcionado.
Aun así, es complicado resolver un problema cuando dependes de dos partidos que tienen cada día menos contacto entre ellos. Asistentes, vecinos, artistas, promotores e inversionistas quedan en el aire esperando por una decisión política que por momentos puede tener poco que ver con las condiciones del evento.