Ya hace varias semanas que Stuart, la empresa de reparto rápido fundada en Barcelona y controlada desde Francia como competencia a servicios como Glovo y Uber Eats, dejó de funcionar en España ante su falta de rentabilidad. La decisión, que viene acompañada de un ERE y del anuncio de que la compañía de que mantendrían un centro tecnológico en la ciudad condal, ha movilizado a CGT, los riders de la empresa y demás trabajadores para exigir una indemnización digna, pero además ha puesto una vez más el blanco en la mira de los competidores que operan con autónomos por lo difícil que hacen la competencia a empresas con un modelo diferente.
Es una crítica que ha llegado no solo de los sindicatos y de organizaciones como Riders X Derechos, que directamente ha señalado a Glovo por el final de las operaciones de Stuart en España, sino también de la directiva de empresas como Just Eat que han señalado que si no se hace cumplir la ley rider en España la competencia es imposible para quienes sí siguen la norma. Es una situación complicada, con algunos señalando que es parte de la estrategia de las empresas que aún usan autónomos.
También es cierto que para Glovo y Uber Eats la contratación es complicada. El tener que repartir las horas de los repartidores, concentrar a la mayoría en momentos de alta demanda y tener que asumir el alto costo de contratar, sobre todo en horarios de fin de semana, también es complicado para ellos. Al mismo tiempo, no es una señal menor que tras las pérdidas de todo el sector reparto a nivel internacional, de las que Uber se escapa gracias a su servicio de transporte.
De todos modos, lo complicado de la situación es que no es más que un ejemplo más de la complicada realidad del sector desde la aprobación de la Ley Rider y el reglamento europeo de trabajo en Plataformas. Por un lado, son plataformas que defienden un modelo de negocio que consideran correcto, incluso si las inspecciones de trabajo previas a las nuevas leyes no siempre estuvieron de acuerdo, por otro es evidente que hay una necesidad de proteger a los trabajadores, y de evitar situaciones delicadas como trabajadores usando cuentas sin documentos, lo que los deje desprotegidos de cara a la realidad inmediata.
En cualquier caso, es evidente que se trata de una difícil situación para las partes involucradas, pero no por eso es menos urgente resolver el problema. Al mismo tiempo, incluso si las empresas intentan resolver este tipo de situaciones, los repartidores son los que suelen quedar más castigados por la situación.
¿PUEDE JUST EAT SEGUIR EL CAMINO DE STUART?
Aunque de momento Just Eat, la principal competidora del mercado del reparto en España que ha decidido cumplir la ley rider, sigue funcionando y no han dado externamente señales de plantearse salir del país, la empresa sí ha señalado a las plataformas que no operan con el mismo reglamento. En esa realidad es evidente que se refiera a Glovo y Uber Eats, y al poco tiempo de su comentario, la empresa fundada y aún dirigida por Óscar Pierre recibió la primera sanción económica por ley rider.
Pero la empresa sigue asumiendo los problemas que de momento sus competidores no han querido enfrentar. De hecho, en Francia dejaron de contratar directamente a sus repartidores y procedieron a trabajar a través de una subcontratación de los repartidores de Stuart, para reducir sus costos. Dado que en tierras galas el gobierno defiende aún la necesidad de que los repartidores sean autónomos y que sigan trabajando con un diálogo social entre empresas y repartidores, no parece que será fácil superar allí el problema, y menos antes de los juegos olímpicos.
GLOVO Y UBER DEFIENDEN QUE SUS REPARTIDORES PREFIEREN SER AUTÓNOMOS
En cualquier caso, desde Glovo y Uber Eats de momento no se plantean cambiar la estrategia, y la primera, o al menos su matriz, la alemana Delivery Hero, han apartado unos 400 millones de euros para pagar posibles sanciones, por lo que es evidente que asumen que al menos en este punto no están en una situación fácil. Pero además tienen un argumento que defienden desde la empresa casi desde el principio de estas controversias: Que los repartidores siguen prefiriendo ser autónomos.
El problema, por supuesto, es que no todos tienen condiciones de autónomo. No solo muchos de ellos trabajan turnos mucho más largos de lo que se espera de un autónomo, sino que algunos usan la cuenta de otros sin consultarlo con empresas como Glovo o Uber Eats. Son problemas que son complicados de resolver sin el filtro de la contratación, incluso si ambas lo siguen intentando, pero situaciones como la de Stuart en España o la de Just Eat en Francia explican sus dudas al tomar la decisión de contratar a sus repartidores en el continente europeo.