Green Day celebra su legado en el primer ‘Road to Río Babel’

Incluso desde su anuncio Road to Río Babel tenía un plato fuerte que opacaba a los otros nombres en el cartel del nuevo evento. Green Day no es solo una banda clave para los millennials, que ayudó a definir un sonido clave dentro del rock y el pop tanto en los 90 como en los 2000, sino que además llegan con un concierto especialmente potente para los fanáticos históricos del grupo. 

A pesar de que su nueva gira lleva el nombre de su disco más reciente, el sólido ‘Saviors’, Green Day está celebrando los dos pilares sobre los que se ha construido su carrera, ‘Dookie’ de 1994 que, cumple 30 años, y American Idiot’ de 2004 que cumple 20. Eso quiere decir que tras abrir con su más reciente sencillo, ‘The American Dream is Killing Me’, el trío californiano se lanza a tocar en completo sus dos mayores clásicos, lo que hace de esta gira una oportunamente especial de ver en tarima temas como ‘Having a Blast’, y ‘Chump’ de Dookie o ‘Give Me Novocaine’ y ‘Homecoming’, de ‘American Idiot’, canciones que el grupo no suele a sacar a pasear en tarima. 

Por eso, incluso con el Real Madrid jugando por la decimoquinta copa de Europa, el estacionamiento de la Caja Mágica estaba repleto, quizás incluso un poco sobre vendido. De hecho, el público se acercó incluso desde temprano, lo que permitió que se disfrutaran los conciertos previos de la tarima principal. Por un lado, unos Interrupters que con un sonido que bebe de Rancid y del primer No Doubt revivieron la tradición del ska californiano. Después los míticos The Hives que desde Suecia trajeron clásicos como ‘Hate to say I told you so’ o ‘ Tick Tick Boom’ y generaron la emoción del público desde temprano. 

GREEN DAY EN ESTADO DE GRACIA

Pero sin duda el motivo para estar presente de la mayoría era el trío que forman Billie Joe Armstrong, Mike Dirnt y Tré Cool. Desde antes de montarse en la tarima, con los altavoces reproduciendo ‘Bohemian Rhapsody’ de Queen y ‘Blitzkrieg Bob’ de Los Ramones antes de asaltar la tarima. Tras abrir con el tema reciente, el grupo inmediatamente empezó a tocar ese asalto a los sentidos que representa ‘Dookie’. ‘Burnout’, ‘Having a Blast’ y ‘Chump’ fueron una ametralladora, que se escucharon entre pogos y revisiones de teléfonos con poca señal para conocer el destino del equipo blanco. Fue cuando Bille compartió lo que todos sabían, tocarían ‘Dookie’ de principio a fin. 

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El siguiente tramo del disco precisamente cuenta con dos éxitos clave de la carrera del grupo. ‘Longview’ y su circense línea de bajo elevaron las voces del público y ‘Welcome to Paradise’ fue un experimento en caos controlado. Pero fue un par de canciones después, cuando la extraordinaria ‘Basket Case’, una canción pop disfrazada de canción de punk, o quizás lo contrario, que tiene cada pieza donde debe estar, y que es tan pegadiza como caótica. Pocas canciones traducen tan bien la identidad de una banda como esta.

Incluso los trozos menos conocidos del disco terminaron levantando a un público entregado. ‘She’, ‘When I Come Around’ y ‘F.O.D’ fueron coreadas a pesar de no haber trascendido en el tiempo tanto como otros sencillos, pero es que Green Day ya a estas alturas tenía al público en la palma de la mano y aún quedaba mucho de concierto. 

‘AMERICAN IDIOT’ COBRA NUEVA VIDA

Pero la edad del público, con más Millennials que miembros de la generación X, hacía evidente que lo más esperado aún estaba por llegar. Tras repasar ‘Know Your Enemy’ por primera vez en el tour y presentar las dos canciones nuevas ‘Look Ma, No Brains’ y ‘Dilemma’, así como el clásico ‘Brain Stew’ el grupo se entregó por completo a un disco que, gracias a la presencia de Trump en la política norteamericana, ha recuperado su vigencia. 

Se sumó a la emoción que el disco empieza con cuatro temas clásicos del catálogo de Green Day. La explosiva ‘American Idiot’, la épica ‘Jesus of Suburbia’, la canción en contra de la guerra ‘Holiday’ y la balada ‘Boulevard of Broken Dreams’ enamoraron todavía más a un público que entendió que estaba en una noche especial. 

Se suma que la estructura del disco es perfecta para ser interpretada en vivo. Las baladas se intercalaban con el caos y las explosiones punk, lo que permitía mantener la atención del público. Por supuesto que tras la explosión inicial, el inevitable pogo masivo de ‘St Jimmy’ recordó que banda y público tenían aún energía a pesar de la cercanía de la madrugada y ‘Wake Me Up When September Ends’ que su capacidad de componer himnos es única dentro de su género. 

Tras los dos discos completos, el grupo se despidió con ‘Minority’, un tema que se ha hecho clave en sus conciertos, y ‘Good Riddance (Time Of Your Life)’. Lo cierto es que tanto el grupo como el público tenían ganas de más, pero era mucho pedir tras dos horas y media en tarima. La realidad es que siguen siendo uno de los mejores grupos del rock en activo, y un pequeño regalo para Europa al pasar de vuelta por el continente.