En la carrera hacia un futuro más sostenible, la transición hacia la movilidad eléctrica se ha convertido en un pilar fundamental para la sociedad. Mientras que la Unión Europea y España avanzan hacia la descarbonización del transporte, surge un nuevo desafío: el «efecto icing«, una práctica cada vez más común que obstaculiza los esfuerzos por promover el uso de vehículos eléctricos. Esta práctica ha generado una fuerte repercusión puertas adentro de la Dirección General de Tráfico (DGT), la cual ha decido tomar medidas al respecto. En este artículo te contaremos cómo es esta práctica y hablaremos de las sanciones que podría aplicarte la DGT si la haces.
1La DGT y un objetivo ambicioso: hacia un parque automotor más verde
La Unión Europea ha fijado metas ambiciosas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y promover la adopción de vehículos eléctricos. Para el año 2030, el objetivo es reducir en un 55% las emisiones netas, mientras que en 2035 se espera alcanzar cero emisiones de CO2 para vehículos y furgonetas nuevas. En España, el objetivo la DGT es contar con un parque matriculado de 5,5 millones de vehículos eléctricos para 2030.
Estos objetivos representan un desafío considerable, pero también una oportunidad para construir un futuro más sostenible y respetuoso con el medio ambiente. El transporte es uno de los sectores que más contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que la transición hacia vehículos eléctricos es crucial para mitigar el impacto ambiental y cumplir con los compromisos internacionales en materia de cambio climático. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados por la DGT y la Unión Europea, aún existen obstáculos significativos que frenan la adopción generalizada de los vehículos eléctricos. Uno de ellos es el alto costo inicial de estos vehículos, que a menudo los hace menos accesibles para muchos consumidores. Otro desafío es la vida útil limitada de las baterías, lo que genera incertidumbre sobre el costo de reemplazo a largo plazo.