Blur, la mítica banda de britpop liderada por Damon Albarn, acaba de pasar por un momento complicado en Coachella. El festival californiano es uno de los más grandes del mundo y hasta ahora había sido una meca para los amantes del rock y la música alternativa, pero en su intento de mantener la popularidad parece haber dejado parte de su identidad en el camino como lo demostró el momento en que la banda británica fue ignorada por el público del evento que no conocía sus canciones.
Aunque en primera instancia es entendible la reacción en redes, señalando a las jóvenes generaciones por la falta de interés en artistas de los 90, realmente ese no parece ser el problema. Cualquier video de la banda en el cierre de su gira internacional en Londres muestra desde jóvenes de 18 a 20 años hasta fanáticos de 40 unidos a los coros y los videos del paso de la banda por España en el Primavera Sound del año pasado muestran un público igual de entregado. Claro, en el caso del festival catalán se trata de un festival especializado y en el caso de su gira, pues quien compre la entrada se espera que conozca el trabajo de Blur.
El aviso entonces llega para los festivales multigeneros, esos dedicados al pop, rock o hip hop a partes iguales y de que el más conocido en España es el Mad Cool. El ampliar la piscina de talento es también ampliar los compradores, pero también es arriesgarse a momentos como este, con artistas que a pesar de su peso histórico no estén reconocidos por el público. Es un problema que se ha traducido en una venta más lenta de las entradas de estos eventos, en un momento en que los conciertos ponen el cartel de ‘agotado’ en menos de 24 horas, festivales como Coachella, Lollapalooza o el Bonnaroo están tardando cada vez más en hacerlo, con riesgo de quedarse a medias.
LA PROBLEMÁTICA NO LLEGA AÚN A ESPAÑA PERO ES UNA OPORTUNIDAD DE VER LAS ALERTAS
Aunque de momento, tanto en ventas como en reacciones del público, los festivales españoles aún pueden presumir de buena salud, el aviso de la situación norteamericana no debería ser ignorado. Lo cierto es que aunque aún no ha sido ignorada una banda histórica en tarima, ya hay algunos síntomas, como el hecho de que uno de los grandes nombres del Mad Cool, Pearl Jam, toque unos días antes en Barcelona o que The Killers vuelven a ser una de las cabezas de cartel del evento apenas unos años después.
También se suma que el público internacional puede pensar en viajar a Portugal para acercarse al Nos Alive, que realiza su proceso de Booking de la mano del festival madrileño, o la cantidad de artistas internacionales que se pasean un año por la tarima del Mad Cool para ir al año siguiente al BBK de Bilbao.
De momento, con su apuesta siempre algo arriesgada y artesanal, solo el Primavera Sound de Barcelona puede presumir este año de que ninguna de sus cabezas de cartel no darán otro gran concierto en España el mismo año. Es un problema que antes o después puede reflejarse en la venta de entradas, y que para los festivales locales es una advertencia que están a tiempo de escuchar, y de tomar medidas para evitar un problema similar.
LOS FESTIVALES ESPECIALIZADOS PROTEGIDOS DE SITUACIONES COMO LA DE BLUR
Si un tipo de festivales se han escapado de este tipo de situaciones son los especializados. El contar con una audiencia bastante más conocedora del género del artista en tarima, y que siempre puede contar con que el cartel será de su agrado, ayuda a facilitar la venta de entradas. Es el motivo por el que, aunque por separado no siempre sea rentable traerlas a España, el Resurrection Fest se pueda permitir a Sum 41, Megadeth y a Bruce Dickinson, cantante de la mítica Iron Maiden, en el mismo fin de semana.
Es una realidad a tomar en cuenta, y que también explica fenómenos como el Tomavistas, Río Babel o A Summer Story. Quizás es un espejo en el que debe verse un festival que tiene a Dua Lipa y a los Smashing Pumpkins como cabeza de cartel el mismo día, pero también tiene la ventaja de que hay tiempo para tomar la decisión.