En las cálidas aguas de Florida, a finales del 2007, el joven buzo Michael DeMar emprendía una nueva aventura como parte del equipo de caza tesoros de la empresa Blue Waters Ventures; su objetivo era explorar los restos del naufragio Santa Margarita, un galeón español del siglo XVII que se hundió en 1622 frente a las costas de Cayo Hueso, cargado de un tesoro incalculable.
El 25 de junio de 2008, mientras DeMar peinaba el fondo marino con su detector de metales, una señal inesperada lo llevó a un hallazgo que cambiaría el curso de su vida; un cáliz de oro macizo, de exquisita factura y con un peso de más de medio kilo; al principio, DeMar pensó que se trataba de una simple lata de cerveza, pero al remover los sedimentos que lo cubrían, la luz reveló el brillo inconfundible del oro.
1Un Objeto de Valor Inestimable
El cáliz, que se estima data del siglo XVI, es una obra de arte religiosa de gran valor histórico y cultural, está elaborado en oro puro, con finos tallados que representan escenas bíblicas y motivos florales; se cree que fue utilizado en las misas que se celebraban a bordo del Santa Margarita, y que formaba parte de un conjunto de objetos religiosos de gran importancia para la tripulación.
El descubrimiento del cáliz generó una gran expectación en el mundo de la arqueología y la historia; expertos en la materia lo calificaron como una pieza excepcional, con un valor histórico y cultural incalculable, se estima que su valor monetario podría alcanzar varios miles de dólares, pero su verdadero valor reside en su significado como testimonio de una época y una cultura.