Parece que para los riders de Madrid la cantidad de pedidos no se mantiene al nivel que empresas como Glovo o Uber Eats esperaban. Sea por una disminución del número de pedidos o por un gran número de repartidores, las denuncias recogidas por este medio a través de testimonios directos de repartidores o a través de grupos de redes sociales, la situación es preocupante para este colectivo. Las esperas llegan a alcanzar las seis horas, o días completos de trabajo, con una facturación de entre 30 y 60 euros, muestran una tesitura de difícil solución para estos trabajadores.
La situación ha empeorado desde hace dos semanas. Las lluvias y las vacaciones de Semana Santa han hecho que aflore el problema ante la bajada del número de pedidos en esta época. El boca a boca entre los empleados se extiende también a quienes preguntan por alguna de las oportunidades laborales que ofrece Glovo, un motivo más para que exijan un contrato fijo en lugar de seguir dependiendo de la facturación, aún si deben dejar de contar con su «libertad de horarios» para esto.
Por los comentarios es evidente que estos problemas se agudizan en fines de semana y puentes, que suelen enviar a un alto porcentaje de los residentes de las ciudades a tomar vacaciones. En esa situación es una alerta de la compleja realidad que estos trabajadores pueden llegar a afrontar durante la temporada estival en ciudades como Madrid y Barcelona.
Es complicado pensar en una solución. Parte del problema es la poca voluntad de Glovo para resolver problemas como las cuentas alquiladas, y sumando la cantidad de migrantes que buscan este tipo de trabajos como solución inmediata, la situación sigue siendo delicada. El castigo, según cuentan los repartidores, es peor para los que trabajan en bicicleta, que se mueven algo más lento de los que se mueven en moto y aunque hay más denuncias en el centro de Madrid, donde hay más concentración de trabajadores, también empieza a haberlas al sur o en la periferia.
Es posible que, una vez mejore el clima y se atraviese la Semana Santa, esta circunstancia mejore. Pero aunque mejore en un principio es complicado, no prever que si se siguen sumando cuentas alquiladas a la aplicación la situación puede repetirse, y en particular los meses de verano prometen ser complicados cuando una vez más la ciudad quede medio vacía por las vacaciones de la época estival.
LA ESPERA DE HASTA 6 HORAS ENTRE PEDIDOS
La queja más larga señalada por la plataforma es de hasta 6 horas, en un repartidor que no había tenido grandes problemas ni con las evaluaciones de los usuarios ni de los restaurantes. El problema, como explican los mismos, es que esto obliga a quedarse unas horas de más para cubrir para poder llegar a la facturación necesaria.
No ayuda que desde el 2023 la empresa eliminó el pago a los repartidores por el tiempo de espera frente al restaurante por la espera de comida. Por tanto, la espera entre pedidos es aún más dolorosa, pues la pequeña solución de algunos, esperar frente a restaurantes de alta demanda como McDonalds o KFC, ya no sea una solución completa a sus problemas de ingresos generando que estas esperas sean aún más dolorosas.
En cualquier caso, para los que se oponen a este tipo de aplicaciones es una muestra más de la importancia de una Ley Rider, y de que empresas como Just Eat busquen mantener a sus repartidores contratados para evitar este tipo de problemas. Es cierto que esto no cambiaría la situación de este mercado en Madrid, pero al menos facilita el seguimiento del total de cuentas, como ocurre con formas de trabajo similares como las VTC. En cualquier caso es otra señal de alerta de los problemas que generan este tipo de negocios para sus empleados.
GLOVO EN EL OJO DEL HURACÁN DE ESPAÑA Y EUROPA
Este tipo de noticias dan más municiones a quienes critican a empresas como Glovo o Uber Eats por la precariedad de sus trabajadores. Son el tipo de situaciones que explican la necesidad de medidas como la Ley Rider tanto en España como en Europa y que apuntan a la compleja realidad de estas plataformas. Es cierto que para ellas la flexibilidad que ofrecen a los trabajadores es vista como un punto a favor, pero sí genera problemas a los propios repartidores, lo normal es que terminen en la mira del ministerio de trabajo y de las nuevas normas de Bruselas.
Para Glovo es además otro punto en contra para una opinión pública que ya no los ve con muy buenos ojos. Aunque la empresa sigue consiguiendo pedidos, los comentarios y la opinión generalizada sobre el trato a los riders no parecen ser una señal demasiado positiva para estas empresas, ni para los repartidores que en situaciones extremas siguen necesitando de este tipo de trabajos para subsistir.