En la eterna búsqueda del equilibrio entre el placer gastronómico y el cuidado de la figura, los italianos parecen haber encontrado una fórmula que muchos pueden envidiar. La pasta, elemento icónico de la dieta mediterránea, se consume con alegría y sin culpabilidad en las mesas italianas. Sin embargo, existe el mito de que este manjar podría ser el enemigo de la balanza.
En este artículo, vamos a desvelar el truco que aplican los amigos italianos para disfrutar de su plato nacional sin temor a ganar peso. Te adentrarás en un viaje por la cultura gastronómica italiana donde descubriremos que el secreto no solo reside en lo que se come, sino también en cómo se come.
1EL SECRETO ESTÁ EN LA PORCIÓN
La primera clave para disfrutar de la pasta sin que se refleje en la cintura es comprender la importancia de las porciones adecuadas. En Italia, la pasta no suele ser el plato principal, sino un primo piatto, que se sirve en cantidades moderadas antes del segundo plato principal. Esta práctica ayuda a controlar las calorías totales del plato de pasta, manteniéndolas en un rango razonable y evitando el exceso.
En relación con las porciones, los italianos tienden a preferir la calidad sobre la cantidad. Este concepto se traduce en elegir ingredientes de alta calidad, que aportan más sabor y satisfacción. La pasta de grano duro, por ejemplo, es más saciante que la versión refinada, lo que ayuda a sentirse lleno más rápidamente y evita la tentación de servirse un segundo plato.
Vamos con la segunda clave.
Además, se presta una especial atención al método de cocción. Se cocina la pasta al dente, lo cual, según estudios, podría tener un impacto en la velocidad de digestión de los carbohidratos, resultando en niveles más bajos de glucosa en sangre tras la comida.
Por último, el truco no es sólo cuánto se come, sino también cómo se combina. La pasta no suele consumirse sola. Se acompaña con verduras, proteínas magras o salsas a base de tomate, favoreciendo un equilibrio nutricional en la comida.