La tradición cultural y religiosa de la Semana Santa se une a la belleza natural del Valle del Jerte teñido de blanco por la floración del cerezo
Ocurre cada cierto tiempo, cada vez que la Semana Santa se celebra a final del mes de marzo, coinciden dos acontecimientos únicos que hacen que la visita a la ciudad del Jerte se convierta en un auténtico espectáculo para los sentidos. La singularidad de la celebración de los actos religiosos que conmemoran la Semana de Pasión unido al regalo que cada año ofrece la naturaleza a comienzos de la primavera no pasa desapercibido para los visitantes que eligen el Norte de Extremadura como destino para sus vacaciones.
La Semana Santa en Plasencia tiene un grado de mestizaje propio del crecimiento continuo de sus celebraciones religiosas y de su situación estratégica como cruce de caminos,en el corazón de la Vía de la Plata. Las procesiones en Plasencia convergen la solemnidad más austera propia de los campos de Castilla con las celebraciones cargadas de sentimiento características del sur de la península. La Semana Santa en Plasencia es en sí única, con un arraigo popular religioso común en muchos lugares de España, pero con expresiones que ponen forma al patrimonio intangible de una ciudad histórica donde la cultura popular y el patrimonio histórico se funden de manera indivisible.
Desfiles procesionales de domingo a domingo
Las celebraciones relacionadas con la Semana Santa comienzan en Plasencia durante la Cuaresma, es durante este tiempo cuando comienzan los traslados de los pasos desde las iglesias donde se les rinde culto hasta el Templo Cofrade de Santo Domingo; un antiguo convento dominico que hoy es sede la Unión de Cofradías, y desde donde comienzan casi todas las Estaciones de Penitencia, a excepción del Domingo de Ramos y Miércoles Santo, que salen desde la Catedral, y el Viernes de Madrugada, día en el que el Cristo de la Buena Muerte sale desde la Iglesia de San Esteban.
A estos traslados se le unen conciertos de cuaresma de las diferentes bandas y organizados por las cofradías, los pregones, la presentación de carteles, los triduos y viacrucis propios de estas fechas y a los que cada Cofradía da su impronta personal.
La primera Estación de Penitencia propia de la Semana Santa la protagoniza la Hermandad de Nuestro Señor Jesucristo en su entrada Triunfal a Jerusalén, una procesión caracterizada por la presencia de pequeños cofrades en un día festivo en el que la tradición religiosa recuerda el momento en el que Jesús subido en una borriquita entraba en Jerusalén donde le esperaban decenas de seguidores que vitoreaban su nombre. Y de la alegría de este primer momento al lunes por la noche día en el que la Hermandad de Nuestro Padre Jesús de la Pasión sale en procesión con su pasos titulares, Jesús de la Pasión y la Virgen del Rosario, un desfile en el que destaca el cuidadoso esmero puesto cada uno de los detalles, desde los enseres, al paso de los costaleros y la uniformidad en los trajes. La singularidad del Martes Santo reside en la presencia del Escuadrón de Caballería de la Policía Nacional, quienes como Hermano Mayor honorífico de la Cofradía de la Columna, son los encargados de abrir el desfile procesional. Es quizás el miércoles Santo, la procesión a la que acompañan más cofrades, su salida desde la Catedral Nueva provoca unas imágenes impactantes que reúnen a miles de personas en la plaza de los naranjos, movidas por la devoción tradicional que genera el Nazareno entre los placentinos, la belleza religiosa y patrimonial entre la imagen venerada y la monumentalidad de la fachada principal de la Catedral renacentista, es un momento imprescindible de este destino monumental. El jueves son tres las cofradías salen en procesión, La Sagrada Cena, con uno de los pasos más imponentes, obra de José Jerique, en la mesa Jesús y sus 12 apóstoles, con todos los detalles del día en el que se instituyó la Eucaristía; La más antigua Cofradía de la ciudad, La Vera Cruz que procesiona con dos reliquia: Lignum Cristi y la Santa Espina y por último la Dolorosa de la Cruz dando paso a la madrugada del Jueves al Viernes cuando El Cristo de la Buena Muerte, con sus cofrades vestidos de monjes franciscanos y el sonido roto de la campana sacan en procesión una talla de Cristo en la Cruz datada en el siglo XVI. El viernes es el turno del descendimiento de la Cruz que cumple 100 años de historia, el sábado La Soledad y el Santo Sepulcro con el paso hiperrealista del Cristo Yacente realizado en corcho y el domingo vuelve la pasión con la procesión del encuentro, en la que la fiesta y la alegría vuelven al casco histórico medieval de la ciudad de Plasencia.