El entrenador italiano reconoció sus propios fallos y respiró aliviado al superar la eliminatoria
El Real Madrid y Carlo Ancelotti pueden respirar tranquilos tras ver cómo se desarrolló la eliminatoria ante el RB Leipzig. Los blancos no fueron superiores en ningún tramo de los 180 minutos y fueron sometidos por el ímpetu de los alemanes. Solo la escasa pegada de Openda y la soberbia actuación de Lunin en la ida permitieron al Real Madrid acceder a los cuartos de final.
Es cierto que el Real Madrid ha acusado bastante las bajas y las carga de minutos en las últimas semanas. Ancelotti lo sabía y decidió curarse en salud. Sin embargo, más allá del cansancio, la angustia del Real Madrid ante el RB Leipzig se explica con argumentos meramente técnicos. Las variantes del italiano no funcionaron.
Ancelotti metió la pata con la alineación
Ya desde la alineación sorprendía y mucho ver que Tchouameni era interior, dejando el pivote más para Toni Kroos. Ni que decir que el francés, que lleva unas semanas jugando de central, tampoco se sentía cómodo ahí. Otro perjudicado fue el uruguayo Fede Valverde, que jugó casi de extremo derecha, sin participar casi en el juego.
Si la alineación de Ancelotti ya tenía dos errores grotescos, el cambio introducido en el descanso para tratar de enmendar el desaguisado, terminó de complicar el asunto. Ancelotti quitó a Camavinga, uno de los jugadores que más energía aporta, para introducir a Rodrygo. De esta manera, además de perder fuelle en el medio, se cerraba otra puerta.
Los cambios bloquean a Brahim
Y es que Brahim Díaz, que junto a Lunin podemos decir que ha sido el gran artífice de la clasificación del Real Madrid, se quedó sin oportunidades de entrar. Porque al haber entrado Rodrygo, las opciones para Brahim pasaban por quitar a Vinícius o a Bellingham. Dos futbolistas que con el partido tan comprometido no iban a abandonar el terreno de juego.
Finalmente el Real Madrid se salvó por la inoperancia en ataque de un RB Leipzig que, eso sí, las tuvo de todos los colores. Openda no tuvo su noche y Ancelotti, que reconoció que no estuvo nada afortunado en sus decisiones, pudo dormir tranquilo.