Este pasado mes de febrero se cumplieron 60 años del estreno de ‘El verdugo’, una de las películas más importantes de la historia del cine español. El film también, el propio cineasta lo afirmaba así, es la obra más importante y completa de Luis García Berlanga.
La película está inspirada en un caso real, el de la ejecución de Pilar Prades, más conocida como la envenenadora de Valencia y que fue la última mujer ejecutada por la justicia española. Este ajusticiamiento tuvo lugar en 1959, el abogado de Prades era amigo de Berlanga y le contó lo escabroso que fue el acto. Allí el verdugo afectado por tener que ejecutar a una mujer tuvo que ser tratado con tranquilizantes la noche anterior.
Durante la ejecución el verdugo fue llevado a la fuerza ante la reo para que aplicase la pena mediante el método del garrote, algo que costó bastante por los remordimientos del verdugo y su estado de embriaguez. La ejecución se demoró bastante y alargó el sufrimiento de la condenada provocando una escena dantesca.
Esta situación contada por su amigo provocó que el cineasta dibujara en su mente una escena en la que en una habitación blanca había dos grupos de personas, uno con la condenada y otro junto al verdugo que era llevado por la policía. Berlanga tenía la escena principal de la película, pero no los «90 minutos restantes» para tener un film como el propio director contaba.
Para tal fin contrató a su amigo el guionista Rafael Azcona, el cual era un experto en escribir tragedias grotescas interpretadas por antihéroes y personas que no habían nacido para esas situaciones. Con estos moldes Berlanga se dispuso a dirigir un alegato contra la pena de muerte y una crítica a la sociedad creada por el franquismo, donde «lo cutre, el enchufismo, la burocracia y el trapicheo imperaban» según explicaba Berlanga en una entrevista para TVE.
LA HISTORIA
Un joven trabador de una funeraria (Nino Manfredi) se enamora de la hija (Enma Penella) de un verdugo (Pepe Isbert). Ambos se casan y el se hace con el puesto de verdugo de su suegro jubilado para mantener el piso que este tiene del estado gracias a ejercer de verdugo. Una profesión que detesta y que espera nunca ejercer, pero que al final debe ejecutar.
El contexto del estreno de la obra se enmarca a finales de los años cincuenta y principio de los sesenta, durante el fusilamiento por parte de la dictadura de Franco del político comunista Julián Grimau y la ejecución mediante garrote de los anarquistas Joaquín Delgado y Francisco Granados. Estos hechos pusieron en el ojo del huracán de la política internacional al Gobierno de Franco. Pero a pesar de las presiones las ejecuciones tuvieron lugar y hubo una gran oleada en España de indignación de varios sectores de intelectuales de la época contra la pena capital.
La película no es solo un alegato contra la pena de muerte. Es también una crítica a una sociedad y unos valores que te hacen perder la libertad en contra de tu voluntad por un supuesto bienestar que no es tal, o bien directamente no existe. Una descripción clara de lo que fue el franquismo y la falta de formación que agobiaba a gran parte de los españoles de la época. Con todo esto, el film se convierte en un gran documento sociológico sobre el franquismo y la España de aquellos años, lleno de sarcasmo y humor negro.
La película fue una coproducción italoespañola y por este motivo Berlanga tuvo que aceptar contar con el actor italiano Nino Manfredi como protagonista, un papel que Berlanga había reservado para José Luis López Vázquez, que se tuvo que conformar con hacer de hermano del protagonista.
Berlanga además del elenco de protagonistas también contó con una gran variedad de secundarios de lujo, de los llamados actores genéricos, que eran actores con renombre que aceptaban pequeños papeles sin problema alguno. Entre ellos destacan Alfredo Landa, Agustín González, Chus Lampreabe, María Luisa Ponte, Lola Gaos, Julia Caba Alba, entre otros.
LIDIAR CON LA CENSURA
El verdadero problema que tuvo enfrentar Berlanga y la producción del film fue superar la censura. Algo que fue verdaderamente difícil pues el guion de la misma ya sufrió algún recorte antes de grabar. Pero las mayores dificultades fue cuando el film fue presentado a concurso en la ‘Mostra de Venezia‘. Allí en un pase previo y privado el embajador español en Italia, después de visionar la obra, salió indignado y escribió al Gobierno español señalando a la película como «libelo antipatriota y una burla contra la sociedad española».
El Régimen respondió rápido e intento retirar la obra de Berlanga del concurso, pero fue imposible. Al ser una coproducción con Italia la película siguió en concurso y encima ganó el Premio Internacional de la Crítica algo que ayudó a evitar que no se estrenase la película en España, el Régimen ya no quería más problemas internacionales. Además, Enma Penella ganó el premio a la mejor actriz mejor actriz del Sindicato Nacional del Espectáculo y el premio al mejor guion del Círculo de Escritores Cinematográficos.
El estreno en España fue duro, las salas sufrieron presiones para que la película estuvieses poco tiempo en cartel. Una película que fue estrenada con 14 minutos menos que la original, pero que con suerte esos recortes se pudieron recuperar con el paso de los años y en la actualidad puede contemplarse entera sin problemas. Franco opinó así de la misma tras un pase privado: «Ya sé que Berlanga no es un comunista; es algo peor, es un mal español». Berlanga no pudo volver a dirigir hasta 1967, pero a cambio había creado una de las películas más inmortales del cine español.