A pesar de lo que pueda parecer, los agricultores que han salido a protestar en España estos últimos días no son un grupo demasiado homogéneo. Organizados no solo por organizaciones como ASAJA o COAG sino a través de grupos de Telegram o WhatsApp, en ellos también se ve la preocupación por algunas reacciones, o la de quedarse sin energía si no consiguen una demostración potente el sábado 10 de febrero, cuando Madrid será por primera vez el epicentro de las protestas.
Para esto están contando con los transportistas, especialmente con la Plataforma Nacional para la Defensa del Sector del Transporte, la misma de la huelga de 2022 que puso en su momento a la entonces Ministra de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana, Raquel Sánchez, en jaque. Si bien todo apunta a que los agricultores contaran con ellos en Madrid, la situación también demuestra lo frágil que es la unidad que se ha formado alrededor de las protestas, y en la que el blanco de las críticas puede saltar entre Bruselas y Mercadona.
De hecho, aunque es evidente que Madrid será el epicentro de la ‘Tractorada’ este sábado, no necesariamente hay acuerdo de a donde llevar la protesta. Algunos han apuntado que después de bloquear vías como la M30 durante la tarde en la noche deberían llevar la protesta a Ferraz, otros esperan apuntar a los ministerios y otros discuten por los símbolos que se hacen presentes en las manifestaciones, con acusaciones de franquismo de por medio.
También hay discusión sobre las formas de protesta, la relación con la policía, que en los últimos días se ha visto desbordada y cómo asumir los distintos mensajes de partidos políticos sobre la protesta. Son problemas que vienen de las inescapables diferencias entre las distintas facciones que han formado parte de las protestas, y que esperan llevarlas al congreso de los diputados el próximo 21 de febrero.
Esa relación con la policía en particular es ahora especialmente tensa. Un agente de la Guardia Civil ha resultado herido de una pedrada después de forcejear con un grupo de agricultores que protestaba este jueves en la localidad pacense de Zafra contra la situación que atraviesa el sector primario y reclamando medidas de ayuda al Gobierno.
PROTESTAS DE LOS AGRICULTORES MUY LEJOS DE LOLA GUZMÁN
Hay que decir también que al tocar la puerta de quienes protestan, señalen o no la Agenda 2030 por ignorar la situación del sector agrario, la mayoría no parece seguir la idea de los ‘Chemtrails’ o tener demasiado interés en ir a Ferraz con una bandera franquista, más preocupados por la necesidad de una política regional que proteja la producción local que por alguna ideología específica. No es casual que en los espacios de Telegram donde se organizan sea tan común el pedir ir a la sede del PSOE como aplaudir un abucheo a miembros de VOX en Castilla.
La realidad es que aunque el colectivo 6F es lo que en algunas ocasiones se ha viralizado, hay reclamos que son lógicos, como el hecho que la Unión Europea haya anunciado mantener sus apoyos económicos a en Marruecos o que continúen con su acuerdo con Mercosur justo por estos días, mientras que se extienden las protestas, no han hecho, sino alimentar la rabia de incluso el agricultor más pacífico por estos días.
Es importante tener esta situación en cuenta al tener de cerca las protestas del fin de semana. Es complicado saber si los que protestan en Ferraz son los mismos que bloquean las vías o la salida de camiones, que esperan abastecer los supermercados al grito de «Si el campo no trabaja, la ciudad no come».
EL GOBIERNO, Y EL PP, INTENTAN MANTENERSE EN EL CENTRO FRENTE A LAS PROTESTAS
Apartando a un Vox que aprovecha la oportunidad para apuntar en contra de las medidas de la Agenda 2030 para los partidos, ha sido incómodo enfrentar estas protestas. Después de todo, es complicado conseguir una posición que respete y entienda las quejas de los agricultores, pero que no contradiga las peticiones de Bruselas en cuanto al famoso proyecto de sostenibilidad.
Lo cierto es que es un problema que han enfrentado todos los países que han visto protestas de este tipo en las últimas semanas. Portugal, Francia e Italia todos se han visto obligados a enfrentar la situación intentando mantener una buena relación con el resto de la UE, y en particular ha sido una posición complicada para Ursula von der Leyen, quien anunció que eliminaría la petición de reducir en un 50% el uso de pesticidas, pero no ha avanzado en otras medidas, como las restricciones espejo para la importación de productos de países africanos y latinoamericanos.
Será interesante ver que ocurre con la situación en los próximos meses, sobre todo dado que ella misma ha asumido que el acuerdo con los agricultores puede no llegar hasta después del verano. En el camino, además, hay unas elecciones europeas que pueden volver a cambiar de forma radical las fuerzas en el parlamento. Será importante entonces esperar por esos resultados, y saber si en el camino se toma alguna medida para al menos rebajar tensiones.
