La tanorexia es un término que aún hoy despierta dudas y preguntas entre muchos de nosotros. En un mundo donde la belleza y la estética tienen un peso notable en nuestra sociedad, los límites entre lo saludable y lo peligroso a veces se tornan difusos. La tanorexia, conocida médicamente como trastorno de adicción al bronceado, es precisamente un reflejo de la obsesión por lucir una piel bronceada, al punto de convertirse en un comportamiento compulsivo.
Este trastorno, a menudo pasado por alto o trivializado, puede tener serias consecuencias para la salud. En las siguientes líneas, nos adentraremos en la naturaleza de esta afección, detallando sus características, la manera en que se manifiesta y las implicaciones que comporta para quienes la padecen. Mi objetivo es arrojar luz sobre este trastorno con la esperanza de fomentar una mayor conciencia y, si es necesario, animar a las personas afectadas a buscar ayuda profesional.
¿QUÉ ES LA TANOREXIA Y POR QUÉ DEBERÍA IMPORTARNOS?
La tanorexia no es un término reconocido formalmente en el manual diagnóstico de trastornos mentales; sin embargo, su uso ha ganado popularidad para describir una obsesión no saludable con obtener y mantener un bronceado. A diferencia de lo que se podría pensar, la tanorexia trasciende el acto de tomar el sol ocasionalmente en la playa. Quienes sufren de tanorexia exhiben una necesidad imperiosa de broncearse que los lleva a exponerse al sol o a las cabinas de bronceado artificial de manera excesiva y peligrosa.
Este comportamiento obsesivo tiene su raíz en una distorsión de la percepción de la propia imagen. Al igual que en algunos trastornos alimenticios donde lo que se ve en el espejo no se corresponde con la realidad, las personas con tanorexia no son capaces de reconocer el tono real de su piel, persiguiendo una tonalidad más oscura sin importar las consecuencias. En una sociedad que a menudo idealiza el bronceado como sinónimo de salud y vitalidad, es importante comprender las señales de alarma que pueden indicar la presencia de este trastorno.
IDENTIFICANDO LA TANOREXIA: SEÑALES DE ALERTA
Decir si alguien sufre de tanorexia no siempre es fácil, pero hay ciertas señales de alerta que podemos observar. Una de las primeras indicaciones es la frecuencia con la que la persona busca broncearse. Una persona con tanorexia a menudo dedica una cantidad considerable de tiempo y recursos al bronceado, ya sea natural o artificial, y se muestra ansiosa o angustiada si no puede hacerlo.
Otra señal importante es la reacción ante los comentarios de los demás. Las personas con tanorexia pueden reaccionar de forma defensiva o desproporcionada cuando alguien les sugiere que ya están suficientemente bronceadas o que deberían cuidarse del sol. Además, es común que negligencien las recomendaciones de protección solar, subestimando los riesgos para la salud en su búsqueda por intensificar su bronceado.
A nivel físico, los signos pueden ser evidentes: piel excesivamente bronceada, sequedad, daño o envejecimiento prematuro, e incluso la aparición de lesiones cutáneas que podrían sugerir daños más graves como el cáncer de piel. A nivel psicológico, podemos estar ante una persona que presenta una autoestima vinculada directamente a su apariencia bronceada, y que siente un profundo malestar cuando su piel pierde color.
CONSECUENCIAS Y APOYO ANTE LA TANOREXIA
Las consecuencias de la tanorexia no son meramente estéticas; el trastorno conlleva riesgos significativos para la salud. El aumento en la exposición a los rayos ultravioleta, tanto del sol como de fuentes artificiales, incrementa drásticamente el riesgo de padecer cáncer de piel, especialmente el melanoma maligno, considerado uno de los más agresivos.
Además de los riesgos oncológicos, la tanorexia puede acarrear problemas dermatológicos como envejecimiento prematuro, pérdida de elasticidad y aparición de arrugas. Estos efectos, paradójicamente, contradicen el deseo original de lucir una piel más joven y saludable. A nivel psicológico, la obsesión por broncearse puede esconder problemas de autoimagen y autoestima que, si no son tratados, pueden derivar en trastornos más severos.
Frente a esta problemática, es esencial fomentar una visión realista y saludable de la belleza y del cuidado del cuerpo. El apoyo puede venir tanto del entorno más cercano como de profesionales de la salud mental y la dermatología, que pueden ofrecer estrategias de afrontamiento, terapias y tratamientos adecuados para superar la adicción al bronceado. La prevención y la educación son clave para evitar que la tanorexia, y otros trastornos relacionados con la imagen corporal, aumenten su prevalencia en nuestra sociedad.
LA PSICOLOGÍA DETRÁS DEL BRONCEADO OBSESIVO
La tanorexia no solo se manifiesta en nuestros hábitos y en nuestra piel, sino que hunde sus raíces en la psique humana. La obsesión por lograr una tez bronceada es muchas veces un reflejo de inseguridades más profundas y de cómo la sociedad contemporánea percibe y valora la imagen personal. Profundizando en las motivaciones psicológicas, es posible encontrar que detrás de este trastorno a menudo yacen dinámicas de baja autoestima, narcisismo o la necesidad imperiosa de encajar en un grupo social que idolatra el bronceado como símbolo de éxito y atractivo.
En algunos casos, los individuos con tanorexia pueden estar lidiando con lo que los especialistas denominan «disforia corporal», un estado donde la insatisfacción con la imagen corporal es constante y profundamente perturbadora. La tanorexia, en este contexto, se convierte en una lucha interminable por alcanzar un ideal inalcanzable, y cualquier desvío de ese ideal se vive con ansiedad y estrés.
EL IMPACTO SOCIAL Y CULTURAL DE LA TANOREXIA
La tanorexia no emerge en un vacío social; es, en gran parte, el producto de las presiones culturales que glorifican una cierta imagen corporal. La promoción de modelos bronceados en la publicidad y los medios de comunicación sirve como un potente refuerzo para aquellos predispuestos a este trastorno. Las redes sociales, con su desfile constante de cuerpos bronceados y «perfectos», también desempeñan un papel significativo en la perpetuación de estos ideales.
El coste social de la tanorexia va más allá de la salud individual y puede tener repercusiones económicas. La obsesión por conseguir y mantener un bronceado puede conducir a un gasto excesivo en sesiones de bronceado artificial, productos para el cuidado de la piel y, en casos extremos, a tratamientos médicos por enfermedades relacionadas. Asimismo, requiere una inversión de tiempo considerable que podría ser empleado en actividades productivas o de desarrollo personal.