En un acto legislativo emblemático, el artículo 49 de la Constitución ha sido reformado para reemplazar el término “disminuidos” por “personas con discapacidad”. Esta modificación, más que un cambio lingüístico, representa un avance trascendental en la percepción y el trato hacia las personas con discapacidad, reflejando un entendimiento más profundo y actualizado de la discapacidad, alineándose con las normativas internacionales de derechos humanos y con un enfoque más humanizado.
Este cambio, aunque pueda parecer simplemente lingüístico, representa un avance significativo en la forma en que la sociedad percibe y se dirige a las personas con diversidad funcional. Siendo también relevante para otros trastornos del desarrollo que presentan discapacidad, como por ejemplo las personas con TEA (Trastorno del Espectro Autista) y, donde la terminología empleada puede influir profundamente en la percepción pública y en el autoconcepto de las personas afectadas.
En 2023 se cumplieron 20 años desde que se solicitó este cambio, en el artículo 49 es el resultado de años de activismo y conciencia social creciente. La sociedad ha evolucionado en su comprensión y aceptación de la discapacidad, y el lenguaje debe reflejar y fomentar esa evolución. Además, este cambio está en línea con los estándares internacionales de derechos humanos, como se ve en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.
Beneficios del cambio
El impacto del lenguaje en la percepción
El cambio de “disminuidos” a “personas con discapacidad” es mucho más que una mera actualización de terminología. Refleja un cambio fundamental en la actitud social hacia la discapacidad.
El término “disminuidos” lleva consigo connotaciones de inferioridad y limitación, perpetuando estereotipos negativos. En contraste, “personas con discapacidad” pone énfasis en la persona antes que, en su condición, promoviendo una visión más humana y respetuosa.
Respeto a la dignidad individual
Al referirse a ellos como personas con discapacidad, se reconoce su valor y dignidad inherentes como individuos, evitando reducirlos a su condición.
Fomento de la inclusión
Este cambio lingüístico es un paso hacia una sociedad más inclusiva, que reconoce y respeta la diversidad en todas sus formas.
Mejora de la autoestima
Para las personas con discapacidad, por ser referidos de manera respetuosa puede tener un impacto positivo en su autoestima y bienestar emocional.
Hacia una sociedad más empática y justa
La reforma del artículo 49 no es solo una victoria para las personas con discapacidad, sino para toda la sociedad. Al adoptar un lenguaje que respeta la dignidad de cada individuo, damos un paso importante hacia la construcción de una comunidad más empática y justa. Este cambio refleja un crecimiento en nuestra madurez social y cultural, donde cada persona es valorada por lo que es, más allá de sus limitaciones físicas, mentales o neurológicas.