Por segundo año consecutivo, enero, empieza con la noticia de un Rave en alguna zona de España realizado de forma espontánea y sin permiso. Atraídos a través de comentarios de redes sociales o grupos de WhatsApp o Telegram, donde se promete pasar un buen rato bajo los sonidos de la música electrónica, y de pronto alguna que otra sustancia, miles de personas se juntan en algún espacio de forma sorpresiva y pasan varios días de fiesta en la que se autodenomina como la ‘Big Fucking Party’.
El primer año fue en Granada, específicamente en la comunidad de La Peza, donde estuvieron miles de personas de fiesta por casi 5 días. Esta vez ha tocado el turno de Murcia, cerca del pueblo de Los Paganes en un velocímetro abandonado. Son de nuevo miles de personas y aunque la fiesta ya tiene días reducidos en su escala, después de todo deberían terminar de recoger y abandonar la zona el día de hoy, pero es llamativo que estos eventos se normalicen.
Algunos lo ven como una respuesta o como los primos rebeldes de los macrofestivales, otros como un riesgo de salud, pero es, sobre todo, una extensión de un botellón: personas jóvenes buscando una opción de ocio relativamente barata. Por tanto, al interesarse de una «fiesta sin fin», en la que además es una opción válida entrar con el alcohol y la comida del ‘chino’. Es una situación complicada para los vecinos de la zona, y para la guardia civil y el gobierno de Murcia, que han tenido que resolver la situación, evitando confrontaciones que podrían ser delicadas.
Por tanto, esperar por el final natural de la fiesta era la única opción, sobre todo dado que desde la misma se avisaba que se terminaría el 6 de enero. Es que a pesar de los deseos de los encargados, es complicado imaginar que los «ravers» de verdad pudiesen durar toda la vida. A pesar de eso, durante los 7 días del evento, los asistentes no solo defendieron su presencia en el sitio, sino que aseguran que hubo varios djs famosos que se pasaron por los 7 escenarios que hubo en el espacio en su momento de mayor apogeo.
De hecho, la estrategia de la guardia civil para empezar a reducir el evento fue permitir que los asistentes salieran y no dejar que entraran por los puntos de control. Aunque era complicado evitar del todo las nuevas llegadas al espacio, esto permitió mantener un goteo de asistentes que abandonaron la zona y que ha permitido que el evento llegue a su final. Es una estrategia que permite que la situación se resuelva sin pasar a mayores, pero aún es importante que haya preparaciones para enfrentar una situación parecida el próximo año.
Mientras tanto, dentro de la fiesta los dos problemas principales son las drogas, 56 casos de abuso de sustancias han sido declarados por la policía, y los baños. Es que el tiempo de duración y la falta de infraestructura complican el que los asistentes cumplan sus necesidades básicas en espacios higiénicos.
LOS RAVES DE INICIO DEL AÑO NUEVA NOTICIA TÍPICA DE ESPAÑA
Es llamativo que estos raves se están volviendo una parte normal del panorama español. No es que sean una novedad, las fiestas de electrónica ilegales que apuestan por sonidos de electrónica son parte normal del día a día del género, pero el hecho de que lleguen a este tamaño en vez de esconderse en un sótano o en una zona abandonada por un tiempo máximo de 24 horas es una novedad. Que además empiecen a tener unas fechas específicas es especialmente llamativo.
Es cierto que no se resumen a fin de año. Granada, de hecho, además de su rave de fin de año, sumó uno de varios días en Halloween en la población de Guadix, pero al menos de momento no ha habido mayores incidencias en estos eventos, y en algunos casos los vecinos han conseguido ver el lado amable de la situación, mejorando sus ventas y tratando bien a los asistentes a las fiestas, aunque ha habido preocupación por el estado en que los asistentes se acercan a las tiendas.
LOS VECINOS LIDIAN CON LA SITUACIÓN
Aunque hay preocupaciones por el estado en el que los asistentes se acercan a los pueblos cercanos a estas fiestas, muchas veces bajo el efecto de sustancias ilegales. Aun así son un buen negocio, con algunos señalando que vale la pena pensar en cómo sacar el jugo vendiendo bebidas o agua a los asistentes que abandonan el espacio.
El problema ha quedado para la alcaldesa de Fuente de Álamo, Juana María Martínez, que ha aceptado que la situación le genera estrés por el daño a la zona. «Para mí, el reloj se paró el 30 de diciembre por la noche, cuando tuvimos conocimiento de la llegada de la caravana de vehículos al lugar de la rave, que es de titularidad municipal», comentó hace unos días en Espejo Público, según declaraciones recogidas por 20 minutos.
