Durante el último debate de investidura, Pedro Sánchez anunció una propuesta para implementar el transporte público gratuito en toda España para menores, jóvenes y desempleados a partir del 1 de enero de 2024. Sin embargo, el presidente no proporcionó detalles completos sobre la medida, como si se extenderá a otros ciudadanos.
Esta propuesta se alinea con la iniciativa de la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, y se espera que la medida se vuelva estructural para ciertos colectivos. Aunque Sánchez especificó que la gratuidad se aplicará a menores (de 0 a 18 años) y jubilados, no determinó la franja de edad para considerar a alguien como «joven».
Ahora bien esta no es una medida novedosa, ya que varios países de la Unión Europea e incluso en varias regiones de España se vienen implementado. Desde enero de 2020, en Ontinyent, una localidad valenciana con más de 35.000 habitantes, se implementó el transporte público gratuito en sus servicios de autobuses urbanos con el objetivo de fomentar el uso del transporte público y la iniciativa fue un éxito notable, el número de viajes anuales aumentó significativamente, pasando de aproximadamente 34.000 a 95.000.
En marzo de 2020, Luxemburgo se convirtió en el primer país del mundo en ofrecer transporte público gratuito, abarcando autobuses, trenes y tranvías para residentes, trabajadores fronterizos y turistas. El impacto de la medida como era de esperarse ha generado un impacto significativo en el aumento en el uso del tranvía por ejemplo. Ahora bien, la pérdida de ingresos por la venta de billetes se ha considerado en el presupuesto nacional y se financia mediante impuestos generales.
Esta iniciativa se ha extendido a otras ciudades en Europa, sumando un total de 56 casos, liderados por Polonia (21) y Francia (20). Las razones para adoptar el transporte público gratuito varían, desde la reducción del uso del automóvil en Avesta (Suecia) o Velchatów (Polonia) hasta la aplicación puntual en Praga (República Checa) durante picos de contaminación. Algunas ciudades, como Lubin (Polonia), Colomiers (Francia) y Compiègne (Francia), buscan promover la inclusión social de los más desfavorecidos. Este enfoque diverso refleja la adaptabilidad del transporte público gratuito a diversas necesidades y desafíos locales.
En Dunkerque, Francia, la implementación del transporte público gratuito en 2018 resultó en un notable aumento del 85% en el número de pasajeros. Antes de esta medida, el déficit se cubrió mediante un aumento de impuestos a empresas con más de 11 empleados. Este impuesto, que aporta el 70% de la financiación del sistema gratuito, junto con el 30% restante proporcionado por la autoridad municipal, demuestra un modelo de financiamiento efectivo.
Este caso resalta cómo la gratuidad en el transporte público puede no solo fomentar el uso del servicio, sino también abordar las necesidades financieras a través de diversas fuentes de financiamiento.
Gratuidad del servicio de transporte público ¿Es realmente una medida efectiva?
Sin embargo, no todas las medidas han sido exitosas, la ciudad belga de Hasselt tuvo que poner fin al transporte público gratuito en 2014 después de 16 años debido a problemas de financiamiento, ya que el costo del servicio se cuadruplicó en ese período.
Para los expertos la viabilidad de la gratuidad en el transporte público depende fundamentalmente de un sistema eficiente. Destacan además la importancia de la forma en que se financia la medida, y sugieren que debería recaer en la movilidad en automóvil a través de impuestos o tarifas que afecten al tráfico de vehículos.
Los expertos aseguran que el transporte público gratuito, por sí solo, no puede lograr los objetivos de un sistema más sostenible. A pesar de la experiencia negativa en Hasselt. Esto resalta la importancia de un enfoque financiero sostenible y específico para garantizar la efectividad a largo plazo de la gratuidad en el transporte público.
El caso de la ciudad de Dunkerque, Francia, implementó el transporte público gratuito los fines de semana, experimentando un aumento del 85% en usuarios los sábados y del 142% los domingos. Sin embargo, la financiación y quejas de hacinamiento en los autobuses llevaron a problemas en la sostenibilidad del programa.
Otros casos, como el de Hasselt, Bélgica, muestran reducciones en el uso del coche y mejoras en la calidad del aire con sistemas de autobuses gratuitos, pero recortes presupuestarios llevaron a la suspensión de dichos programas.
Estudios sobre estos casos revelan disparidades en los resultados, indicando que el transporte público gratuito no tiene un gran impacto ambiental o social y puede ser costoso. Además, estos estudios han indicado que la eliminación de tarifas podría aumentar el número de pasajeros, pero a un costo significativo y con una posible reducción en la calidad del servicio.
Explorando el precio de la libertad de viajar en transporte público gratuito
A pesar de los éxitos observados en ciudades como, Tallin y Luxemburgo, donde se implementaron programas de transporte público gratuito en una escala relativamente pequeña, algunos defensores buscan expandir la gratuidad a una mayor escala.
En Francia se está proponiendo actualmente la gratuidad del transporte público en Île-de-France, comenzando con menores de 18 años, estudiantes y solicitantes de empleo, y expandiéndola a todos los residentes los fines de semana, con el objetivo de hacerla diaria en 2026.
Según los expertos, esta política podría costar 3.000 millones de euros al año y proponen financiarla mediante impuestos a vehículos contaminantes y empresas de comercio electrónico, junto con los «costes ahorrados» de accidentes de tráfico, contaminación y horas de trabajo perdidas debido al tráfico.
Sin embargo, los críticos advierten sobre los desafíos de financiamiento y la necesidad de considerar si el dinero podría invertirse de manera más eficiente. Señalan que, incluso si el transporte es gratuito para el usuario, aún existirán costos, y la viabilidad de los planes debe tener en cuenta la capacidad para manejar un aumento inevitable en la utilización de la red y la importancia de los ingresos por venta de billetes para financiarla.
La financiación del transporte público varía en todo el mundo, desde modelos totalmente financiados por el gobierno hasta sistemas que generan beneficios a través de inversiones en propiedades o asociaciones público-privadas.
Algunos expertos sugieren que la mejor forma de abordar la medida es proporcionando transporte gratuito a grupos específicos, como desempleados, como un enfoque más eficiente y sostenible, mejorando la movilidad social y los esfuerzos medioambientales sin imponer grandes costos al gobierno local.
Sin embargo, defensores de la gratuidad argumentan que proporcionar transporte público sin tarifas es un gran igualador, comparándolo con otros servicios públicos esenciales financiados por la sociedad en su conjunto. Lo cierto es que ante este escenario tan variopinto, marcado por éxitos y fracasos, sólo nos queda esperar a ver si España será capaz de enfrentar este reto.