San Juan XXIII: protagonista del santoral del 11 de octubre

Cada día del calendario litúrgico católico está dedicado a la conmemoración de un santo o santa, y el 11 de octubre es un día especial en el que se celebra la festividad de San Juan XXIII. Este Papa, conocido cariñosamente como «El Papa Bueno», tuvo un impacto profundo en la Iglesia Católica y el mundo durante su pontificado.

En este artículo, exploraremos la vida, el legado y la influencia de San Juan XXIII en el santoral del 11 de octubre.

La vida de Angelo Roncalli

San Juan XXIII, cuyo nombre de nacimiento era Angelo Giuseppe Roncalli, nació el 25 de noviembre de 1881 en Sotto il Monte, Italia. Desde una edad temprana, mostró una devoción profunda por la fe y un deseo de servir a la Iglesia. Fue ordenado sacerdote en 1904 y, a lo largo de su carrera, desempeñó varios cargos eclesiásticos en Italia y en el extranjero.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Roncalli ayudó a salvar la vida de miles de judíos al proporcionarles pasaportes y visas para escapar de la persecución nazi. Este acto de valentía y humanidad anticipó su papel posterior como Papa en la promoción de la paz y la justicia en el mundo.

En 1953, el Papa Pío XII nombró a Angelo Roncalli como cardenal y, en 1958, fue elegido Papa. Tomó el nombre de Juan XXIII en honor a San Juan el Bautista y San Juan Evangelista.

El Papa que abrió ventanas

San Juan XXIII es mejor conocido por su papel en la convocatoria del Concilio Vaticano II, un evento histórico que revolucionó la Iglesia Católica y su relación con el mundo moderno. En 1959, apenas un año después de su elección, anunció su intención de convocar un concilio ecuménico, el primero en casi 100 años. El Concilio Vaticano II, que se llevó a cabo desde 1962 hasta 1965, buscó revitalizar y renovar la Iglesia Católica.

Una de las frases más famosas asociadas con Juan XXIII es la expresión «abrir las ventanas de la Iglesia», que usó para describir su deseo de que la Iglesia fuera más inclusiva y accesible para todos. El Concilio Vaticano II produjo una serie de cambios significativos en la liturgia, la doctrina y la relación de la Iglesia con otras religiones y el mundo secular.

El Papa bueno

San Juan XXIII se ganó el apodo de «El Papa Bueno» debido a su amabilidad, calidez y simpatía. Era conocido por su sonrisa contagiosa y su disposición a escuchar a todos, independientemente de su posición en la jerarquía eclesiástica. Durante su papado, visitó prisiones, hospitales y barrios marginales, mostrando compasión por los más desfavorecidos.

Su enfoque en la paz y la reconciliación también lo hizo querido en todo el mundo. Durante la Guerra Fría, envió mensajes de paz a líderes de todo el mundo y abogó por la resolución pacífica de los conflictos. Sus esfuerzos ayudaron a suavizar las tensiones internacionales y a promover un clima de diálogo y cooperación.

El legado de San Juan XXIII

San Juan XXIII falleció el 3 de junio de 1963, pero su legado perdura en la Iglesia Católica y en el mundo en general. Fue canonizado como santo por el Papa Francisco el 27 de abril de 2014.

Su influencia en la Iglesia se refleja en las reformas y cambios implementados durante el Concilio Vaticano II, que incluyen la celebración de la misa en la lengua vernácula en lugar del latín, una mayor apertura al diálogo interreligioso y una comprensión más profunda de la misión de la Iglesia en el mundo moderno.

Además, San Juan XXIII sigue siendo un ejemplo de humildad, compasión y servicio a los demás. Su vida y su papado nos recuerdan la importancia de buscar la paz, la justicia y la inclusión en un mundo a menudo dividido.