La tradicional y bastante polémica Fiesta de la Tomatina se celebra cada año en la pequeña población valenciana de Buñol, una fiesta que nació como un simple juego es hoy una de las celebraciones más esperadas en España y actualmente en el mundo, porque cada año crece el número de turistas extranjeros que vienen a disfrutar de la tradicional fiesta del tomate.
También se le como la Batalla de los Tomates, y sirve como recordatorio a los españoles de la poca diversión que tuvieron en la época franquista, en el primero año el particular enfrentamiento de los jóvenes fue disuelto por las fuerzas de represión, pero al año siguiente los mismos jóvenes no perdieron la oportunidad para repetirlo y fue considerado desde entonces, no sólo como un acto de diversión sino como una acto de rebeldía frente a la situación política que enfrentaba el país en ese momento.
La fiesta de la Tomatina se celebra cada 30 de agosto, casi de manera conjunta con las fiestas patronales del pueblo, y hoy día es una fiesta que atrae a cientos de turistas de todas partes del mundo. Se trata literalmente de una batalla de tomates donde participa todo el que se encuentra en la calle, gigantescos camiones cargados con más de 150 toneladas de tomates van recorriendo las calles del pequeño pueblo, para que la gente que va montada en ellos vaya lanzando los tomates a los demás.
Pero es una fiesta que aunque parezca simple, bastante estricta, actualmente tiene reglas establecidas, existe un aforo establecido, este aforo no sobrepasa los 22 mil participantes, hay que inscribirse con anterioridad, todos los tomares que vayas a lanzar deben estar “apachurrados” antes de lanzarlos, esto con el objetivo de no ocasionar daños, el patio de juegos está limitado, es decir, no se lanzan tomates por todo el pueblo, pero la regla más importante, es la de divertirse y sentirse libre de ensuciar y ensuciarse.
Un detalle que seguramente no todos conocen, este año el precio de las entradas para participar en la Batalla de los tomates tuvo un costo de 15 euros y se agotaron inmediatamente con 20 mil participantes, siendo estas las económicas, luego se agotaron los famosos pack que tenían un precio de 35 euros cada uno y contenían accesorios como las gafas de buceo, acceso a los guardarropas y a la fiesta posterior que se realiza posterior a la batalla, si querías una camiseta de recuerdo, 40 euros y si querías probar paella y el vino, 45 euros.
Hasta ahora parece una fiesta divertida, seguramente lo es, sentirse libre de ensuciar y lanzarles tomates a todos genera una sensación de euforia y felicidad en todos los que participan en ella, pero no todo es felicidad alrededor de la Fiesta de la Tomatina.
El lado amargo de la Fiesta de la Tomatina
Y es que es la Tomatina, así como tiene seguidores también tiene detractores, por el tema del desperdicio de alimentos, después de todo en esta fiesta las municiones son los tomates y son más de 150 toneladas de tomates las que se utilizan cada año y estos detractores hablan actualmente de la ley de prevención de las pérdidas y el desperdicio alimentario, una ley que podría acabar con esta tradición en España.
Pero el tema del desperdicio de alimentos siempre ha rondado a la fiesta, y en muchas ocasiones los organizadores del evento han señalado que el tomate utilizado durante la actividad es un tomate que está “demasiado maduro” y como consecuencia es de baja calidad e incluso no apto para el consumo humano y de cualquier manera, es un producto que estaba destinado a desecharse.
Ahora bien, el tema de la limpieza es otro tema que preocupa a los que se preocupan por el ambiente, cuando finaliza la batalla, el servicio de limpieza municipal despliega las mangueras por todo el lugar para eliminar los restos de tomate, que como sabemos es bastante difícil de lograr, por lo que la cantidad de agua utilizada puede ser alarmante para muchos.
El desperdicio de agua
Según los cálculos de la FAO, para producir un solo tomate se requiere de unos 13 litros de agua, si en la Fiesta de la Tomatina de este año se utilizaron 150 toneladas de tomates ya podemos hacernos una idea de la cantidad de agua que se ha utilizado para producir esta cantidad de tomates, esto por un lado luego está el tema del desperdicio de alimentos, que aunque los organizadores aseguran que el producto está en mal estado no deja de preocupar a muchos, sobre en países donde la falta de alimentos se convierte en un problema para las personas.
A propósito de la realización de la tomatina, se hacía pública una entrevista a uno de los empresarios que aporta la materia prima para la batalla, Verne Javier Mechó de la empresa Cetrimed y comentaba lo siguiente “Durante dos semanas guardamos en una cámara frigorífica los tomares que no cumplen con los requisitos del mercado nacional. Aquellos que no cumplen con los parámetros de tamaño y nivel de maduración. Hay alguno que se pudre, como en todo proceso natural, pero la mayoría llegan en las condiciones que la fiesta necesita”.
De hecho esta empresa ha tenido que expandirse hacia otros campos de cultivo en varias provincias españolas para poder asegurar la producción para esta fecha. Esta fiesta requiere preparación y es lamentable que pensando en ella no se pueda hacer nada para evitar que estas toneladas de tomates lleguen a ese punto de maduración que les convierta en desecho.
Lo cierto es que detrás de la Fiesta de la Tomatina hay intereses culturales, esto es incuestionable, pero también hay intereses económicos importantes y que en muchos casos sobrepasan el valor de lo cultural.
Actualmente España se enfrenta a un grave problema de inflación, que afecta directamente a millones de familias que tienen que recurrir a los bancos de alimentos por ejemplo para poder llegar a fin de mes, sin mencionar los millones de personas que se encuentran literalmente con “hambre” actualmente en el mundo.
En varias oportunidades los bancos de alimentos de todo el país se han pronunciado en contra de esta festividad y cada día más son las organizaciones ambientales las que se suman a las protestas, en algún momento alguien se dará cuenta de que el tema cultural y económico no puede estar por encima del desperdicio de alimentos.