De un tiempo a esta parte la población mundial parece más concienciada con el cuidado del planeta. Se están incentivando los medios de transporte alternativos a los coches, mediante la instalación de carriles bici. Los fabricantes de automóviles miran cada vez más las emisiones de sus motores. Se incentiva el uso de energías renovables, como las placas solares en los tejados de las casas.
Pero hay algo más cercano y palpable para la población, la sustitución del plástico por el cartón. Por ejemplo, en España en 2018 el gobierno de Mariano Rajoy aprobó mediante decreto ley que las bolsas de plástico de diversos establecimientos como supermercados, restaurantes o tiendas, se empezasen a cobrar.
De hecho, otro de los aspectos más palpables en esta lucha contra el plástico es el de la utilización de pajitas de cartón en lugar de las de plástico, pero tras unos años con ellas. Los científicos han comenzado a preguntarse si realmente son ecológicas.
Según un estudio de publicado por la revista Food Additives and Contaminants, resulta que las pajitas de papel contienen sustancias químicas duradera y potencialmente tóxicas.
Para la realización de este estudio, científicos belgas realizaron el segundo análisis de pajitas «ecológicas» en el mundo, en él investigaron sobre los productos que fabrican 39 marcas de pajitas, en búsqueda de sustancias químicas sintéticas conocidas como sustancias poli y perfluoroalquiladas (PFAS).
Los científicos encontraron PFAS en la mayoría de las pajitas analizadas, en especial en las que están fabricadas a partir de papel y bambú. Estas sustancias se utilizan para fabricar productos como ropa de exterior, sartenes antiadherentes, resistentes al agua, el calor y las manchas. Pero son potencialmente dañinos para las personas, la fauna y el medioambiente.
El problema de las PFAS es que se descomponen muy lentamente y pueden persistir en los ecosistemas durante mucho tiempo, de hecho se las conoce como «sustancias químicas para siempre». Pero no sólo afectan al medioambiente, sino que también a las personas desarrollando menor respuesta a las vacunas, menor peso al nacer, enfermedades tiroideas, aumento de los niveles de colesterol, daños hepáticos, cáncer de riñón y cáncer testicular.
«Las pajitas fabricadas con materiales vegetales, como el papel y el bambú, suelen anunciarse como más sostenibles y ecológicas que las de plástico», afirma el investigador doctor Thimo Groffen, científico medioambiental de la Universidad de Amberes (Bélgica), que participa en este estudio.
También existen PFAS en las pajitas vegetales de Estados Unidos
El problema viene cuando varios gobiernos del mundo han prohibido ya la venta de productos fabricados con plástico de un sólo uso, como las pajitas, a las que se ha sustituido por alternativas de origen vegetal.
Recientemente, un estudio estadounidense también descubrió PFAS en las pajitas ecológicas. Por lo que el doctor Groffen y su equipo se propusieron averiguar si ocurría lo mismo con las que se comercializan en Bélgica. Y para ello el equipo de investigación adquirió pajitas de 39 marcas distintas, para su análisis, con especial énfasis en las que estaban hechas de cinco materiales: papel, bambú, vidrio, acero inoxidable y plástico.
Las pajitas se obtuvieron sobre todo en tiendas, supermercados y restaurantes de comida rápida y se sometieron a dos rondas de análisis y detección de las PFAS. La mayoría de las marcas (27/39, el 69%) contenían PFAS, con 18 PFAS diferentes detectadas en total.
Según el estudio que realizaron los científicos belgas, las pajitas de papel eran las más propensas a contener PFAS, con sustancias químicas detectadas en 18 de las 20 marcas analizadas, un 90% de las analizadas. En el caso de las pajitas de bambú, estas sustancias se encontraron en cuatro de las cinco marcas analizadas, un 80%. En tres de las cuatro marcas de plástico (75%) también se encontraron las PFAS y en dos de cinco marcas de pajitas hechas a partir de vidrio (40%).
La sustancia que más se repetía entre las distintas marcas era el ácido perfluorooctanoico (PFOA), que está prohibido en el mundo desde el 2020. Además, se se detectaron ácido trifluoroacético (TFA) y ácido trifluorometanosulfónico (TFMS), PFAS de «cadena ultracorta» muy solubles en agua, por lo que podrían filtrarse de las pajitas a las bebidas.
Pese a que las concentraciones de PFAS eran muy bajas, al igual que en el ecosistema, estas sustancias pueden permanecer durante mucho tiempo en el organismo, y en el caso de personas que las utilizan habitualmente puede suponer un potencial problema de salud.
«Pequeñas cantidades de PFAS, aunque no son perjudiciales en sí mismas, pueden sumarse a la carga química ya presente en el organismo», advierte Groffen.
Uno de los asuntos a los que no pudo otorgar explicación este estudio es si los PFAS se añadieron a las pajitas por los fabricantes para impermeabilizarlas o si bien, se adhirieron al material por algún tipo de contaminación. Algunas explicaciones para estas contaminaciones pueden ser el suelo donde se cultivaron los materiales vegetales y el agua utilizada en el proceso de fabricación.
Sin embargo, la presencia de las sustancias químicas en casi todas las marcas de pajitas de papel significa que es probable que, en algunos casos, se utilizaran como recubrimiento hidrófugo, afirman los investigadores.
El doctor Groffen advierte «la presencia de PFAS en las pajitas de papel y bambú demuestra que no son necesariamente biodegradables. No detectamos ningún PFAS en las pajitas de acero inoxidable, por lo que aconsejaría a los consumidores que utilizaran este tipo de pajitas, o simplemente que evitaran utilizarlas».