«Oe, oe, oe, Fito, Fito». Aún faltan un par de minutos para que Fito Páez tome la tarima de Noches del Botánico, pero el público, con un marcado acento argentino, ya empieza a llamarle. Tiene sentido, el nacido en Rosario convoca a toda la comunidad Argentina fuera de sus fronteras con una facilidad que en este momento probablemente solo pueda imitar Lionel Messi, y Páez no tuvo que ganar el mundial.
Lo cierto es que cuando toma la tarima se demuestra que el cantautor quizás el mejor control sobre la audiencia, y sobre su banda, de todo los autores del rock en español, incluyendo a Calamaro. Empezando a interpretar ‘El amor después del amor’ desde atras de la tarima, y tomando asiento frente a su fiel piano justo al llegar al coro, dejando que las luces muestren solo su reconocible silueta para demostrar que en efecto estamos en presencia de un mito. Justamente de ese disco, que cumplió 30 años en 2022 y que titulo a la serie biográfica de Netflix salió la mayoría del setlist del rosarino.
Repasando canciones como ‘Dos días en la vida’, ‘Tumbas de la gloria’ o ‘Un vestido y un amor’ el intérprete era al mismo tiempo frontman y director de orquesta. Liderando y señalando cuando debían entrar los músicos de la banda, una guitarra aquí, los metales por allí y siempre pidiéndole potencia a su baterista. Páez siempre ha sido respetado por su capacidad de entender cada instrumento y su espacio en una canción, y en vivo es sorprendente verlo reinterpretar y subrayar lo más interesante de cada pieza.
Pero por supuesto Fito Páez no solo se quedó con las canciones del mítico disco que da nombre a su biopic. Si bien la celebración le da la excusa para repasar canciones que en otras giras no consiguen un espacio, como ‘Trafico en Katmandú’ o ‘La Verónica’ también busco el espacio para la mayoría de las canciones obligatorias de sus conciertos. ‘Al lado del camino’, ‘Ciudad de pobres corazones’ y ‘Naturaleza Sangre’ fueron recibidas de forma explosiva por el público. A eso se suma un medley que resumió ‘Tercer Mundo’, saltando rápidamente por varias canciones del disco de 1990 terminado con saludo al también mítico Charly García y recordando el lado más político del artista.
Pero las canciones que mejor demuestran el control del artista sobre su audiencia son las baladas icónicas. Un saludo a Luis Alberto Spinetta, quien citando al rosarino no puede ser repetido por la inteligencia artificial, le permitió entrar cómodamente en ‘Pétalo de Sal’, ‘Rodar mi vida’ sirvió como una buena despedida previo al bis. Ya en ese último tramo ‘Mariposa Tecnicolor’, ‘Dar es Dar’ y sobre todo el cierre con ‘Dale alegría a mi corazón’ fueron coreadas a todo pulmón por los asistentes con Fito consiguiendo que siguieran cantando la última varios minutos después de separarse de su piano.
Lo cierto es que ver a Fito Páez es tan importante como ver a unos Rolling Stones, o si nos quedamos en España con unos Mecano o un Joaquín Sabina. Es una de las figuras clave para entender el rock latinoamericano y a diferencia de algunos de sus contemporáneos sigue teniendo la energía para conciertos explosivos, en este caso de casi dos horas. Es un privilegio, y de momento es bueno aprovecharlo,
FITO PÁEZ CORONA UNAS NOCHES DEL BOTÁNICO LLENAS DE CANCIÓN DE AUTOR
Lo cierto es que de momento Fito ha sido uno de los cantautores que mejor se ha manejado en una tarima que este año ha incluido también a Bob Dylan, Andres Calamaro, Ruben Blades y Father John Misty. Buena parte del porqué es que parece que aún se divierte siendo una estrella de rock. Páez se divierto con el piano, con sus canciones y con la audiencia y a todos los maneja a gusto.
La realidad es que de momento se ve cómodo en tarima. Si, casi todo el set está dedicado a sus hits históricos, pero refugiarse en sus canciones antiguas cuando son tan buenas como estas no parece ser un problema demasiado grave.