Los actuales test de embarazo son el primer recurso al que acudir cuando hay sospechas de embarazo. Son fiables y rápidos pero, antes de ellos, ¿cómo se detectaban los embarazos?
A lo largo de la historia millones de mujeres se han enfrentado a una misma incógnita: saber si están o no embarazadas. En la antigüedad las mujeres egipcias guardaban su orina en un recipiente y le ponían unas semillas de cebada y trigo; si éstas crecían, la mujer sabía que se había quedado embarazada. Es más, si el trigo germinaba sería niña y si era la cebada iba a ser un niño.
En el 1928, unos ginecólogos alemanes comenzaron a inyectar en ratones hembras pequeñas cantidades de orina de mujeres. Comprobaron que los ovarios de estos animales aumentaban de tamaño si existía embarazo. Más tarde el método se utilizó en conejos y finalmente en ranas.