Vivimos en una sociedad consumista en la que no se repara nada. De hecho, lo normal es que cuando un electrodoméstico se rompe vaya a la basura sin haber llamado antes a un Servicio Técnico en Tenerife o al que tengamos cerca.
Esto no es viable y ahora nos estamos dando cuenta, de manera que vamos a ver por qué hay que arreglar en lugar de tirar.
Es más barato que adquirir uno nuevo
Siempre se dice que no merece la pena reparar, ya que la intervención vale más que un electrodoméstico nuevo. Esto puede ser así en algunas ocasiones, pero en la mayoría de las veces el costo es más bajo de lo que pensamos.
Hablamos de que muchas intervenciones no llegan a los 100 euros, cuando una nevera cuesta más de 500 euros, así que el precio de la reparación es muy inferior al de un frigorífico recién salido de la tienda.
Además, hay casos en los que el seguro de la vivienda se encarga de la reparación completa o de parte de ella, lo cual la hace más ventajosa para nuestro bolsillo.
La vida útil se alarga mucho
Cuando compramos un electrodoméstico estamos haciendo una inversión, de manera que tienen un coste por año. Este va bajando conforme va transcurriendo el tiempo, y con una renovación de algún componente puede disminuir aún más.
Hay veces en las que las reparaciones hacen que una máquina funcione durante muchos años. Por ejemplo, una lavadora con la bomba del agua cambiada será casi eterna, y una restauración del compresor de una nevera le otorga años de vida.
Respetamos el medioambiente
Una de las grandes ventajas de la reparación es que ayudamos al medioambiente, pues ahorramos la energía necesaria y los componentes que hacen falta a la hora de fabricar un nuevo electrodoméstico.
Al no tirarlo también dejamos de generar residuos, así que ayudamos a que el planeta en el que vivimos sea mejor, lo cual es una tendencia ahora mismo.
De hecho, las autoridades están haciendo leyes con el fin de que los electrodomésticos sean cada vez más fáciles de reparar, obligando a las empresas a que guarden recambios durante varios años.
No hay que adaptarse al nuevo
Si llevamos años empleando el mismo electrodoméstico, cuesta mucho adaptarse al nuevo. Esto ocurre con las lavadoras, con las que siempre hay problemas al adquirir una nueva.
Nos debemos acostumbrar a la manera de funcionar, a programas que no conocemos, etc., lo que lleva un tiempo del que no disponemos.
Esto no es sencillo para las personas mayores, que siempre prefieren arreglar los electrodomésticos que saben utilizar. Evitan así ese periodo de transición que, en su caso, se puede complicar bastante, en especial si pasan de mandos analógicos a digitales.
Es necesario que comencemos a reparar los electrodomésticos. Los servicios técnicos no son tan caros como pensamos y con estos arreglos nos aseguramos de que una lavadora, un horno o una cocina van a durarnos muchos años más, prescindiendo así de generar residuos de manera innecesaria.