Considerada una de las zonas más placenteras de la anatomía femenina, y ahora también masculina, el punto G debe su nombre al apellido de su descubridor, Ernst Gräfenberg. A comienzos de los años sesenta, este ginecólogo alemán describió durante sus investigaciones una pequeña zona en la pared anterior de la vagina que, al ser estimulada adecuadamente, hace que la mujer alcance rápidamente un orgasmo que suele ir acompañado de la emisión de un líquido parecido al seminal. Es una superficie del tamaño de un euro y se halla a medio camino entre el hueso púbico y el cuello uterino.