Hay algunos animes y mangas que se encuentran indudablemente unidos a la nostalgia. Y Dragon Ball, la mítica serie creada por Akira Toriyama en los años ochenta, es una de sus mayores exponentes. Su larga trayectoria emitiéndose en varias ocasiones en televisión marcó la infancia de todos aquellos que a comienzos de los años noventa eran solo unos niños. Pero a su indiscutible legado “friki” hay que sumarle también otro elemento importante: su gran trayectoria en el mundo de los videojuegos, que para muchos alcanzó su culmen con la serie Budokai Tenkaichi.
Antes de eso, y por algún motivo extraño, Dragon Ball tardó en estrenarse en las videoconsolas españolas, no siendo hasta los últimos días de los dieciséis bits cuando Goku y compañía llegaran a traspasar las fronteras patrias y alcanzar los circuitos de Súper Nintendo. Antes de eso, solo algunos afortunados fans con cierto poder adquisitivo y recursos podían recurrir a la importación para jugar con los héroes de dibujos animados en su consola.
Dragon Ball Budokai Tenkaichi, un clásico de 128 bits
Pero por mucho que la historia de Dragon Ball en las videoconsolas españolas comenzará antes, pocos fans dudan de cuál fue su momento cumbre: los 128 bits. Es decir, la época liderada por PlayStation 2 y, tiempo después, por la propia Wii de Nintendo. De hecho, fue en esas dos consolas donde el clásico anime vivió sus momentos de gloria.
Y lo hizo, cómo no, con un juego de lucha. Aunque Bola de Dragón ha experimentado con más o menos acierto otros géneros, ha sido en simulando los combates del manganime original como más veces se ha presentado a los jugadores. Con la serie Budokaki Tenkaichi, además, alcanzó un nivel nunca antes visto (y probablemente tampoco después) dentro de la franquicia.
Los jugadores relativamente veteranos recordarán probablemente con cariño aquellos títulos, que tocaron techo con su tercera entrega. Budokai Tenkaichi, todo un clásico de PS2 y Wii, presentaba nada más y nada menos que 161 luchadores, infinidad de modos de juegos y unas animaciones muy cercanas a las del anime original. Es decir, un juegazo que supo exprimir al máximo el dilatado universo de la obra de Akira Toriyama.
¿Qué sucedió después? Pues que, básicamente, Bandai Namco no fue capaz de continuar manteniendo el nivel mostrado en los lanzamientos posteriores, ya con la generación de PS3 y Xbox 360 en el mercado. Entregas como Burst Limit, Raging Blast o Xenoverse, si bien siempre han contado con una buena respuesta comercial, no han sabido recordar a los clásicos. Ni siquiera se consiguió con el dinámico Dragon Ball Fighterz.
Budokai Tenkaicho 4, esperanzas y temores de los fans
Dieciséis años después, Bandai Namco ha decidido atreverse con lo que no se atrevió en su momento: realizar una secuela como tal del mítico Budokai Tenkaichi 3. Incluso ya se ha mostrado un tráiler del mismo. Los años transcurridos y las posibilidades de las consolas actuales hacen soñar a los fans con un acabado espectacular y nuevas oportunidades. No obstantes, las inquietudes también están ahí, como no podía ser de otra manera. Y no hablamos solamente del típico recelo a que el lanzamiento no esté a la altura de lo esperado, no.
En realidad la mayor reticencia de muchos viene en forma de los DLC. Es decir, del contenido descargable (de pago la mayoría de las veces) que va saliendo a la venta una vez un juego ya ha visto la luz. Algo que no contenta a la mayoría de los usuarios y que, particularmente en el juego de la lucha, ha dejado desastres como aquel Street Fighter V.
¿Tendrá Dragon Ball Budokai Tenkaichi 4 contenido suficiente de inicio como para hacer honor a su nombre? ¿Presentará tantos personajes y guiños a la serie como los clásicos? ¿Dispondrá de un modo historia atractivo y realmente trabajado? ¿Qué parte de la serie abarcara, profundizando o no en Dragon Ball Super?
Muchas preguntas que, por desgracia, todavía no tienen respuesta. Lo mismo que su fecha de lanzamiento o los sistemas en los que verá la luz. Por lo pronto, los expertos no lo esperan hasta 2024, como poco. Ojalá realmente la espera merezca la pena y no se trate, como en tantas ocasiones, de otra oportunidad perdida.