Hay un argumento arrojadizo típico en la crítica cinematográfica que se trata de señalar una obra como ‘emocionalmente manipuladora’. Es complicado de definir, pues en general parte del objetivo de una obra artística, no solo del cine, es hacer que los espectadores se sientan como espera el artista, el problema es cuando los hilos del titiritero son evidentes como es el caso de ‘El Hijo’ el melodrama protagonizado por Hugh Jackman que llega a los cines españoles este viernes.
La cinta es parte del ciclo de obras de teatro sobre la familia que escribió su director: Florian Zeller. El dramaturgo, guionista y director escribió esta pieza después de ‘El padre’, que también fue llevada a la pantalla y que sirvió para darle un Oscar a Anthony Hopkins, como parte de un siclo que también incluye una pieza titulada ‘La Madre’. Aunque son piezas independientes comparten algunos personajes, y los temas centrales de las relaciones familiares complicadas y como se enfrentan los desórdenes mentales.
Pero a diferencia de su primera excursión cinematográfica aquí Zeller no consigue traducir la historia a un formato que justifique su presencia en pantalla. Como es típico de las películas basadas en obras de teatro la cinta está hecha de escenas con pocos personajes hablando en cuartos pequeños. Pero mientras ‘El Padre’ podía jugar con la perdida de la memoria de su protagonista para confundir y atrapar al espectador, dependiendo de un diálogo naturalista que nos lleva a través de una historia predecible y que no tiene mucho que decir más allá de que ‘la depresión es terrible’.
POCOS MOTIVOS PARA LIDIAR CON LA HISTORIA
Lo cierto es que es complicado dar un motivo más allá de las actuaciones centrales de Hugh Jackman como Peter y Zen McGrath como Nicholas, e ‘hijo’ cuya depresión arranca la historia, ambos están excelentes y con un mejor guion podría estar apuntando por los premios de la academia. Lo cierto es que al menos en formato cinematográfico es complicado entender el motivo para contar esta historia, y con una pieza tan triste es difícil de justificar verla.
Pero el principal problema es justamente Nicholas. La cinta no parece darle más a su personalidad que su depresión y eso hace que sea complicado simpatizar con su figura, si bien uno de los puntos de la cinta puede ser lo complicado que es empatizar con la depresión no es especialmente interesante lidiar con un personaje cuya una única característica es estar triste. Si bien McGrath hace lo posible no hay demasiado en su personaje.
Es un guion predecible, fácil de adivinar y con pocos momentos ligeros para ayudar al espectador a sobrellevar los momentos más complicados. Si bien lo último puede parecer una pieza interesante, lo cierto es que a pesar de sus fallas es un guion es bastante valiente en cuanto a su negativa absoluta de darle un descanso a su audiencia, no deja de ser cierto que es una obra que nos lleva lentamente a un final evidente, pero no necesariamente interesante. Al mismo tiempo la cinta espera llevarnos a las lágrimas, pero cuando el artilugio es tan evidente no es difícil conectar con el intento de que nos sintamos tristes.
Tampoco es que más allá de las dos actuaciones centrales el resto del elenco haga demasiado para elevar la obra central. Laura Dern y Vanessa Kirby son figuras interesantes como las mujeres en la vida de Peter, pero ninguna brilla demasiado. Lo cierto es que la falta de mensaje es el problema central que afecta toda la pieza, pareciera que el único motivo para llevar esta historia a la gran pantalla es demostrar que Jackman puede llorar si se le da la orden.
¿EL PRIMER GRAN FRACASO DE TAQUILLA Y CRÍTICA PARA HUGH JACKMAN?
Es complicado imaginar que la cinta pueda ser un gran éxito de taquilla. De entrada es complicado que una obra triste sobre la depresión pueda presumir de ser un gran éxito económico, pero el fracaso crítico, que además alejó al propio Hugh Jackman de la temporada de premios, muestra la primera vez que el actor no consigue alguna de las dos con una de sus cintas. No es que sea una actuación vergonzosa ni mucho menos, pero lo cierto es que la cinta no cumple con sus objetivos.
Finalmente, ‘El hijo’ se trata de una demostración de lo complicado que es hacer una cinta pequeña. Si bien se supone que debe ser una historia sobre lo complicado que es afrontar la depresión, el resultado es una pieza excesivamente triste que no hace ninguna pregunta sobre su problema central ni da alguna respuesta. Quizás en una época donde se hablara menos, tanto en el cine como la realidad de la salud mental podría haber funcionado mejor, pero en la actualidad no hay demasiados motivos para verla.