Decía Antonin Artaud definiendo aquel controversial concepto de «teatro de la crueldad» que para que el arte tuviese un significado debía afectar a la audiencia tanto como fuera posible. Para ello el francés era capaz de recurrir a sonidos horripilantes, arrojar cosas a su público e incluso insultarlos directamente. Aunque sería excesivo mencionar ‘Babylon’ de Damien Chazelle como «cine de la crueldad» definitivamente el cineasta ha entendido la necesidad de generar una reacción a toda costa.
Chazelle, anteriormente nominado al Oscar por ‘Whiplash’ y ‘La La Land’, ya había demostrado tener una relación complicada con el arte. En sus cintas sus protagonistas se estrellan una y otra vez con la tristeza, la obsesión y la soledad con tal de seguir persiguiendo sus sueños. Su más reciente no es la excepción poniendo de cerca la lupa no solo en la belleza del cine y en los excesos de la industria sino también en lo directamente grotesca que puede ser la ciudad de Hollywood.
Es una cinta excesiva sobre excesos, que se mueve al ritmo del mejor Scorsese, el de ‘Uno de nosotros’ y ‘El Lobo de Wallstreet’ pero que maneja la cámara como el Spielberg de ‘West Side Story’ o de ‘Cazadores del Arca Perdida’. Es una demostración de la evolución y el valor del director, pero también es una cinta complicada, con mucho que decir y que intenta decir todo al mismo tiempo.
Es posible que por eso haya generado tantos disgustos entre críticos y algunas fanáticas. Más allá de su desdén por la industria, que quizás haya ocasionado que fuese tan ignorada por la academia, es una película que espera por un público que la descubra. Ahora que tras su fallido paso por los cines, 50 millones de dólares en la taquilla contra unos 80 millones de presupuesto sin contar la inversión en publicidad, la cinta llega a ahora a los servicios de streaming donde tiene oportunidad de conseguir un público que la aprecie.
LOS HABITANTES DE ‘BABYLON’
Lo cierto es que la cinta cuenta con cuatro brillantes actuaciones centrales para darle orden al caos cinematográfico del director. Entre todos muestran la oscuridad que suele vivir detrás de los ojos de las grandes estrellas.
Brad Pitt le da vida a Jack Conrad una estrella evidentemente inspirada en sí mismo que llega al ocaso de su carrera con la aparición del sonido en el cine, Margo Robbie escarba en los mismos rincones de ‘Érase una vez en Hollywood’ pero consigue una proto Marilyn a punto de ser devorada por Hollywood en su Nellie La Roy, el recién llegado Diego Calva salta de Netflix a la pantalla más grande posible con Manny Torres, un migrante dispuesto a todo para crecer.
Cada uno de ellos muestran una forma distinta en que Hollywood mastica y traga a sus habitantes. Pero vale señalar a otros dos personajes, Sidney Porter interpretado por un Jovan Adepo, que 6 años después demuestra en ‘Babylon’ que aquel aplaudido papel en ‘Fences’ no fue casualidad, cuya historia presenta una alternativa que muestra como salir relativamente indemne de la experiencia.
JUSTIN HURWITZ EXPANDE SU UNIVERSO SONORO
Como es ya costumbre Chazelle se acompaña del compositor Justin Hurwitz con quien ha colaborado ya en ‘Whiplash’, ‘La la land’ y ‘First Man’. Si bien mantiene su trabajo cercano al jazz aquí su sonido suma también referencias a su trabajo anterior, y tonos de electrónica caótica que parecen diseñados para mostrar la artificialidad de la realidad, aun si la cinta llega a no convencer los ojos de la audiencia sus sonidos prometen hacerlo.
‘Babylon’ es una cinta excesiva sobre excesos. Larga, grotesca, graciosa y trágica a partes iguales que celebra el cine mientras despotrica contra el sistema de estudios de frente, al punto que en el fondo al director debe parecerle gracioso que el estudio esté perdiendo dinero con la cinta. Lo cierto es que a pesar de su fracaso inicial tiene todo para entrar al corazón de los cinéfilos, y para alargar aún más la figura de su director.