Santa Marcela de Roma fue una mujer viuda con muchas riquezas, quien por amor a Dios, tal como nos recuerda San Jerónimo, regaló todas sus riquezas y todos los honores, con la intención de elevarse desde la humildad y la pobreza.
De acuerdo con las estadísticas que se manejan de la población española, hay muchas demás que han sido bautizadas con el nombre de Marcela, y no faltan los caballeros que se llaman Marcelos también, así que revisa entre tus familiares, parientes, amistades y conocidos, porque probablemente conoces a alguno de ellos, y este es el día en el que debes darle una calurosa felicitación por ser su onomástico. El 31 de enero, el Santoral Católico nos brinda una nueva oportunidad para felicitarles.
Santa Marcela de Roma
Santa Marcela de Roma fue llamada por San Jerónimo “la gloria de las matronas romanas”. Se convirtió en viuda al poco tiempo de haberse casado, porque su esposo falleció a tan sólo 7 meses de haberse celebrado la unión. Al ser una viuda con muchos recursos, era una consorte muy deseable, pero ella rechazó las proposiciones de todos, incluso la que le hizo el Cónsul Cereal, y decide seguir el ejemplo de los ascetas orientales.
Santa Marcela de Roma renunció a comer carne y a beber vino, dedicaba el tiempo que tenía disponible a la lectura espiritual, a las oraciones, visitaba las iglesias y capillas de los mártires y nunca hablaba a solas con ningún hombre. Otras damas de sangre noble siguieron este ejemplo y decidieron colocarse bajo su liderazgo, por lo que fue posible que en muy poco tiempo Roma pudo observar cómo se formaron varias sociedades de este tipo.
Para la posteridad se han podido conservar dieciséis cartas que le escribió San Jerónimo a Santa Marcela de Roma, respondiendo a las preguntas que ella le hizo el santo, es más, cuando Santa Marcela de Roma no quedaba satisfecha con sus respuestas, la santa no tenía una actitud pasiva, sino que llegaba a discutir con San Jerónimo los argumentos, e incluso llegó a hacerle reproches por el mal carácter que San Jerónimo tenía.
En el momento en que los godos llegaron para saquear la ciudad de Roma, en el 410, torturaron a Santa Marcela de Roma para obligarla a que les dijera en lugar en el que se encontraban resguardadas sus supuestas riquezas, de las que había hecho entrega tiempo atrás para ayudar a los menos favorecidos.
No tenía temor por sí misma, pero sí lo tuvo por el bienestar de su discípula
Santa Marcela de Roma no se preocupó nunca de sí misma, pero si sintió mucho miedo por Principia, quien era su discípula (no era su hija, como creen erróneamente algunos). Entonces se arrodilló ante los soldados y les rogó que no lo lastimaran. Dios les movió a la misericordia y llevaron a las dos mujeres a la iglesia de San Pablo, donde Alarico respetó el derecho de asilo. No mucho después, Santa Marcela de Roma murió en los brazos de Principia a fines de agosto de 410.
A pesar de que Santa Marcela de Roma basta para justificar la celebración de un día, el Santoral Católico del 31 de enero no está completo, sin que también agreguemos los nombres de otros hombres y mujeres que tuvieron una labor importante en la expansión de la cristiandad por el mundo. En total son más de 10.000 santos y beatos que han merecido recibir honores especiales en un día del año.
Por eso, cada día se recuerda a varios de ellos, y el 31 de enero son San Juan Bosco, Santa Marcela, San Francisco Xavier María Bianchi, San Geminiano, San Metrano y Beata Ludovica Albertoni.