La salud mental ha cobrado una relevancia importante a partir de lo que vivimos en 2020 y estamos viviendo hasta la fecha. De hecho, el ir al psicólogo o ser psicólogo, especialmente, clínico, se ha formulado con suma atención, y cada vez son más los que terminan por acceder para los que son los propios comportamientos que nos pueden estar perturbando en nuestro día a día.
Se habla de la regulación de la profesión y hay hasta quejas por la deficiencia, sobre todo en el sector público. En estos dos últimos puntos, la regulación y quejas por la deficiencia, es importante que se sepa que la salud mental se encuentra en sus máximos, y que en España está teniendo una relevancia cada vez mayor.
Lo vemos, también, en lo que se refiere al número récord de número de suicidios al año en España con 4.003 muertes, en lo que distintos especialistas en prevención de suicidios, psiquiatría y psicología han recordado que el marco de la salud mental se nos queda corto y que la identificación causa-efecto entre esta y los suicidios nos está llevando a engaño. Quizá, empeorando la situación. Y ello tiene que ver, directamente, con el consumo de ansiolíticos, si bien baja el del alcohol (ligeramente).
El consumo de alcohol baja ligeramente en España, pero aumenta el de ansiolíticos para la salud mental
Así, lo que se observa es que España es el primer país del mundo en consumo de ansiolíticos ¿Por qué uno de ellos se ha convertido en el fármaco más codiciado? Solo se dispensa bajo receta médica, cuesta dos euros y las farmacias españolas alertan de su desabastecimiento.
En 2021, últimos datos registrados, en España se consumieron 110 dosis diarias de benzodiazepinas por cada 1.000 habitantes.
Esto significa que un promedio de 110 personas por cada 1.000 consumen algún ansiolítico al día, o lo que es lo mismo; el 11% de la población española consume diariamente estos fármacos utilizados para el tratamiento de la salud mental, los trastornos de ansiedad o insomnio.
Los datos vienen a constatar el crecimiento progresivo del uso de estos fármacos que ya registraban las estadísticas de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (Aemps) del Ministerio de Sanidad, que señalan que en 2020 hubo un consumo de 91,07 dosis diarias de ansiolíticos, hipnóticos y sedantes por cada 1.000 habitantes, lo que supone un incremento del 4,5% con respecto al año anterior y de casi el 10% con respecto a hace una década.
Más de un tercio de los españoles tiene problemas de salud mental
Y es que, de acuerdo con los datos proporcionados por el Ministerio de Sanidad, más de un tercio de los españoles tiene problemas de salud mental. Los más frecuentes, los llamados Trastornos Mentales Comunes, son los de ansiedad, depresión o por somatización, aunque no por ello son más fáciles de llevar o generan menos malestar.
Es ahí donde las constancias nos dicen que todas estas son sustancias psicoactivas ingeridas mayoritariamente por adultos a partir de los 35 años, especialmente, mujeres, cuya edad de inicio no comienza hasta la treintena.
Al respecto de esta salud mental, y como uno de los puntos clave, también vemos que el consumo del alcohol sigue preocupando (sigue siendo la sustancia psicoactiva más consumida), pero ya no es el mismo que el que teníamos hace unos años, y de lo que incluso ahora este ha bajado: del 76,4% anual actual al 77,2% en 2020.
Por otra parte, únicamente el 16,7% de los encuestados dicen haberse emborrachado en el último año, lo que disminuye un 2,7% respecto a 2020, si bien las borracheras se dan, sobre todo, entre jóvenes adultos de 15 a 34 años.
Es verdad, también, que el hábito de fumar tabaco ha bajado, aunque sea mínimamente -actualmente mantiene este hábito a diario el 33-, la ingesta de hipnosedantes, con o sin receta, no ha hecho más que subir.
Ante esta situación, la buena salud mental se antoja como algo fundamental para nuestra sociedad. Sin embargo, la emergencia sanitaria de la pandemia y los posteriores problemas económicos han puesto de manifiesto la falta de recursos y especialistas de la sanidad pública para hacer frente a este problema, la atención primaria, que es el primer nivel de atención a la salud.