San Fabián, según el Martirologio Romano fue Pata y Mártir, siendo de un origen laico ordinario, fue llamado Papa por instrucción divina, y siendo un ejemplo de fe y virtud, fue asesinado en la persecución del emperador Decio.
San Fabián, Papa y Mártir
El máximo recuerdo que se tiene de San Fabián, Papa y Mártir proviene de San Cipriano, que elogió su lucha, afirmó que había dejado un testimonio de perfecta y excelente administración de la Iglesia. Su cuerpo fue enterrado ese día en el Cementerio de Calisto en la Via Appia en Roma. Según lo que se ha podido investigar, el significado del nombre Fabián, quiere decir de la familia o perteneciente a Fabio, y su origen es italiano.
San Fabián, Papa y Mártir
San Fabián, Papa y Mártir sucedió a San Antero como Papa y gobernó la Iglesia durante unos quince años (del 236 al 250 d. C.), hasta la persecución durante el mandado de Decio, durante la cual fue martirizado. Fue enterrado en el cementerio de San Calixto, donde se encuentra su epitafio. Lo cierto es que se sabe muy poco sobre este Papa. Pero se encuentra en Líber Pontificalis y en los escritos papales, y San Cipriano de África, San Jerónimo y en los escritos de Eusebio, el historiador de Cesarea, que hablan de él.
Este último informó que en una ocasión, cuando San Fabián, Papa y Mártir y algunos compañeros regresaban de una visita al campo, una gran congrregación de cristianos se había reunido para la elección de un nuevo Papa. Nadie pensó en él, cuando una paloma se posó sobre su cabeza. La audiencia, conmovida por la hermosa vista, comenzó a gritar y repetir: «¡Fabián, Papa!».
Y San Fabián, Papa y Mártir, no tuvo más remedio que aceptar. El Liber Pontificalis lo hace originario de Roma, aunque algunas leyendas le atribuyen a un origen extranjero. También es legendaria la atribución de tres cartas de la colección titulada Pseudo-Isidoro y el Decreto 21 en el Códice Graciano.
Varias cosas hermosas y notables se pueden notar del papado de San Fabián, Papa y Mártir. De paso, se deben mencionar algunos edificios que había construido sobre cementerios o catacumbas, aprovechando el período de paz de la Iglesia tras la persecución de Maximino Trasio.
San Fabián, Papa y Mártir, confió el distrito de la ciudad a siete diáconos para que pudieran servir mejor a los propósitos caritativos y administrar mejor los fondos de la iglesia. Esta medida ha estado vigente durante muchos siglos y marca el comienzo de la administración regional y religiosa de la iglesia. También nombró siete subdiáconos para recoger y presentar las actas y hechos de los mártires, que también fueron redactadas por siete notarios.
En todas estas organizaciones encontramos el programa clerical oficial necesario para la conducta ordenada de la adoración y el amor cristiano. Fue una época de controversia teológica, especialmente en Roma. Una de las consecuencias fue el llamado Cisma de Novaciano, que estalló con el siguiente Papa (el de San Cornelio), pero se disolvió con San Fabián, Papa y Mártir, probablemente por la bondad y benevolencia del Papa.
De hecho, Novaciano de Roma y Novato de Cartago eran amigos cercanos que defendieron los errores puritanos contra los estándares del Papa Cornelio. Muchos de sus seguidores eligieron a Novatius como Papa. La separación duró poco. El error está en la acusación de que San Fabián, Papa y Mártir estaba tolerando las transgresiones, es decir, los que caen en la apostasía u otros grandes pecados, y no puede aceptarse la afirmación de que la Iglesia no puede basarse únicamente en los puros (cátaros), sin los que pecan después del bautismo, porque el poder de perdonar pertenece sólo a Dios.
Así que en ese momento, la rebelión de Novaciano no está sujeta a razones doctrinales, sino morales y psicológicas. Novaciano fue un gran escritor que, en tiempos de San Fabián, Papa y Mártir, escribió un tratado sobre la Trinidad -por lo demás de escaso valor teológico- que quiso utilizar para refutar a los gnósticos, pero a pesar de la grandeza de su estilo y de sus buenas intenciones en este caso, tenía una naturaleza característicamente arrogante.
San Fabián, Papa y Mártir, atraído por su ingenio, le permitió ser ordenado sacerdote, creyendo que podía servir bien a la Iglesia. No creía que sus imperfecciones pudieran convertirlo en un antipapa. Aunque esto realmente ocurrió, porque su espíritu altivo y ambicioso lo hizo así, y en el año 251 vio a San Cornelio elevado al trono papal, no por su propia elección.
Fuera de Roma, San Fabián, Papa y Mártir interfirió con el testimonio de Privatto, obispo de África, y mantuvo correspondencia con Orígenes, el gran pensador y comentarista alejandrino, que deseaba probar algunos puntos discutidos de su doctrina.
Instituyó las misiones a Galia
A San Fabián, Papa y Mártir, también se le atribuyen los primeros misioneros en la Galia. En el orden litúrgico de la Cena del Señor, es San Fabián, Papa y Mártir quien ordena quemar y renovar el santo óleo todos los años el Jueves Santo. Además, se hizo monje cinco veces, todas en diciembre, de las cuales, creó veintidós presbíteros, siete diáconos y once obispos para diversas diócesis.
La efigie de San Fabián, Papa y Mártir aparece en los plafones pictóricos de la Capilla Sixtina, y la antigua cristiandad le tributó una veneración saturada de simpatía.
El 20 de enero, el Santoral Católico no sólo honra a San Fabián, Papa y Mártir, sino que también se recuerda la memoria de otros santos beatos que ayudaron a esparcir a fe cristiana por el planeta, entre los que se menciona a San Sebastián, San Fabián papa, San Ascla de Antinoe, San Enrique, obispo y mártir, San Esteban Min Kuk-ka, San Eutimio Abad, San Neófito de Nicea, San Wulfstano de Worchester, Santa Eustoquia Calafato, Beata María Cristina de la Inmaculada Concepción, Beato Benito Ricasoli y Beato Cipriano Iwene Tansi.