San Juan El Silencioso es el santo al que se recuerda el 07 de diciembre

San Juan El Silencioso es un santo que trabo conocimiento con San Sabas, y por orden de éste, permaneció recluido por 7 décadas en una ermita que se encontraba alejada de todos, y sin entablar conversación con otro ser humano, llevando una vida contemplativa, eremita y en constante penitencia y oración a Dios.

El 07 de diciembre, el Santoral Católico nos brinda una nueva oportunidad para felicitar a todos los Juanes y Juanas que conozcamos, y que sean miembros de nuestra familia, amistades o conocidos, que en España se cuentan por miles, tanto en nombres simples como en nombres compuestos, y claro que conoces a alguno, de manera que hoy también debes felicitarlos, como hiciste el día de San Juan Bautista.

San Juan El Silencioso

San Juan El Silencioso

Otro nombre con el que es conocido San Juan El Silencioso, es el de San Juan Hesicasta, que literalmente quiere decir ‘silencioso’ y fue renombrado de esa forma porque fue un religioso absolutamente devoto al recogimiento, la contemplación y la oración. San Juan El Silencioso nació en la población de Armenia, en Oriente, teniendo que vivir desde muy temprano la condición de ser huérfano, debido al fallecimiento de sus padres.

Eso lo obligó a tener que vivir de una manera independiente, y desde el momento en que cumplió la mayoría de edad, pudo construir un monasterio con sus propias manos y las de diez compañeros que se le unieron, llegando a formar entre ellos una comunidad religiosa. A la temprana edad de los 28 años, llegó a ser nombrado Obispo de la ciudad de Colonia, pero pasado un tiempo, decidió viajar hacia Jerusalén.

Fue estando en Jerusalén, cuando San Juan El Silencioso sufrió una gran transformación, ya que, de acuerdo con lo que ha sido recogido por los escritos que se conservan, mientras se encontraba realizando sus oraciones nocturnas, repentinamente pudo ver como aparecía una cruz muy brillante, y de ella salió una voz que le indicó: ‘Si quieres salvarte, sigue esta luz’.

Entonces, motivado por las palabras que escuchó, decidió seguir esa luz que emitía la cruz, y el rastro lo llevó hasta la laura, que era como se desinaba en su época a las ermitas y a los monasterios, que pertenecía a San Sabas. Al llegar al lugar guiado por la luz de la cruz, decidió entrar en el monasterio, y desde ese momento comenzó a trabajar junto con los obreros en el levantamiento de un hospital, al lado de los demás clérigos presentes.

Al terminal el hospital, sirvió en él

Al terminal el hospital, sirvió en él

Cuando la edificación estuvo terminada, San Juan El Silencioso comenzó a realizar sus labores prestando el servicio a los huéspedes, es decir, a los enfermos, para los cuales trabajó siempre de forma fiel. Fue por causa de su encomiable labor que San Sabas se fijó en este novicio y lo tomó a parte, para ser su guía espiritual, y cuando avanzó lo suficiente, San Sabas le indicó que debía hacer una vida de eremita, de retiro, oración, contemplación y sacrificio.

Ante esta recomendación, San Juan El Silencioso decidió retirarse a una ermita, a llevar la vida de contemplación que le había sido recomendada, permaneciendo en ella por un lapso de setenta y seis años, en absoluta soledad, sólo en compañía de Dios.

Además de San Juan El Silencioso, el 07 de diciembre también se rinde honores a otras mujeres y hombres que lograron ingresar al Santoral Católico, por causa de sus obras o de sus vidas, llegando a ser un ejemplo para sus comunidades, entre los que podemos mencionar:

San Agatón, San Antenodoro, San Ambrosio de Milán, San Eutiquiano papa y mártir, Santa Fara, Santa María Josefa Rossello, San Martín abad, San Sabino, San Teodoro mártir y San Urbano obispo.