Aunque aún quedan unos días para que God of War: Ragnarök sea accesible al común de los mortales (se lanza el 9 de noviembre), lo cierto es que la nueva aventura de Kratos ya está dando mucho de qué hablar en torno a la prensa especializada y quienes han tenido acceso al juego. De hecho, no son pocos los que defienden que estamos ante la que posiblemente sea la aventura del año. Que Sony iba a poner toda la carne en el asador con este título, era indudable, pero, ¿es oro todo lo que reluce?
Para la mayoría de los expertos: sí, así de claro. Se trata de un lanzamiento espectacular, en todos los sentidos, que ha sabido hacer suya la típica máxima de “más y mejor”. De manera un poco similar a lo que sucedió con Resident Evil VII y su secuela, Village, los desarrolladores han sabido conservar la base del “reboot” para perfeccionar todo aquello que ya brillaba en la primera incursión del espartano en la mitología nórdica.
De hecho, las leyendas del Valhalla vuelven a servir como telón de fondo para dotar al juego de su particular tono épico. Además de para que Kratos haga lo que mejor sabe hacer desde su nacimiento en PlayStation 2: acabar brutalmente con divinidades, héroes y personajes mitológicos varios. Por supuesto, mucho ha cambiado la esencia de la saga desde sus orígenes en 128 bits, adaptándose mejor a los tiempos que corren.
Todos los que han probado God of War Ragnarök parecen coincidir en un mismo punto: el combate. O mejor dicho, la mejora de este. Ya se sabía que la gente Santa Monica Studios iba a pulir mucho lo que, a la postre, es uno de los elementos más importantes del título. No es que el anterior God of War flojeara en este punto, pero ahora la mayor profundidad permitida convierte las luchas en algo mucho más gratificante para los usuarios de la familia PlayStation.
Unanimidad en las críticas de God of War Ragnarök
Casi todos los que han tenido ya la oportunidad de disfrutar en profundidad (o en su totalidad) de God of War Ragnarök están de acuerdo en lo mismo: el juego se mantiene continuista con lo visto en el título anterior, tanto a nivel técnico como jugable, ¿Resulta esto algo negativo? En realidad no. Además, esa es y seguirá siendo la tónica habitual de todas las grandes sagas con carácter episódico en la actualidad. Si algo funciona, ¿para qué cambiarlo? Y, echando un vistazo simplemente a las notas que Kratos y compañía ya están teniendo en revistas y webs de videojuegos, la verdad es que la gente no parece muy preocupada por ello. Difícilmente los usuarios percibirán lo contrario.
Las leves voces que han trasmitido algo de decepción recriminan que el juego no aprovecha todo lo que supuestamente podría la tecnología de PlayStation 5, pero también en eso resulta complicado ponerle “peros” a un juego que luce como luce. Es más, ya el anterior God of War era espectacular, con proezas que parecían adelantarse a su generación (la de PS4, por si hay algún despistado).
Otro punto similar es el de la supuesta linealidad del título. Aunque God of War Ragnarök permite cierta libertad de exploración, está claro que no se trata de un sandbox, ni nada que se le parezca. God of War no es ni quiere ser un Assassin’s Creed o un The Witcher. Algo que, a nuestro juicio, supone un acierto. No todos los juegos deben responder a esa supuesta libertad de acción. ¿Por qué debería ser así?
Lo que sí está claro es que, después de este exitoso estreno del Fantasma de Esparta, la salud de la saga parece más asegurada que nunca. Y Sony, cómo no, sigue contando con una referencia a todos los niveles. Objetivo cumplido para los japoneses, es evidente.