Desde media noche ya sabemos como suena el décimo disco de estudio de Taylor Swift, titulado ‘Midnights’. Lo cierto es que para una artista tan dominante como la cantautora diez discos parecen muy poco, de hecho es fácil pensar que son más. Tampoco es tan raro, sus transformaciones constantes, la franqueza con la que su música habla de su vida personal y la controversia por la venta de sus grabaciones originales la han llevado a regrabar algunos de sus discos.
Pero lo cierto es que a estas alturas Swift ya es un ícono. Con un puñado de absolutas obras maestras en su cancionero y varios discos que pueden considerarse como clásicos en su género, ‘Fearless’ en el country, ‘Red’ y ‘1989’ en el pop y ‘Folklore’ dentro del mundo del indie folk. La artista incluso tiene un absoluto desastre como ‘Reputation’ en su discografia, una tradición para las grandes leyendas, si no que le pregunten a Bob Dylan y su ‘Self Portrait’ o U2 y su ‘Pop’.
Por tanto, más allá de lo que pase con ‘Midnights’, su cuarta colaboración con el productor Jack Antonoff y su primer «disco conceptual», es complicado imaginar un mundo donde la prensa musical no este atento a cada uno de sus movimientos. Es una artista que ha demostrado su necesidad no solo de transformarse, sino de tener un verdadero control sobre su carrera y su trabajo y que ha sabido cuando sumarse a las tendencias y cuando romper con ellas.
DE COUNTRY ADOLESCENTE A COLABORAR CON BON IVER
Es difícil pensar que la misma adolescente que escribía sobre lo emocionante que era salir con un estudiante de los últimos años de su colegio es la que compuso canciones tan desgarradoras como ‘Exile’ o tan violentas como ‘No Body, No Crime’. Pero lo cierto es que si se repasa su carrera ha sido un proceso bastante natural. Cada uno de los discos de la artista han retratado de una forma u otra cada etapa de su vida.
Pero esos dos últimos discos ‘Folklore’ y ‘Evermore’, donde además de Antonoff la producción contaba con Aaron Dressner el mítico vocalista y compositor de The National. Probablemente, toparse con el nombre de uno de los artistas más respetados del universo alternativo puede haber sido una sorpresa para los fanáticos tanto de la compositora como para los de la banda de Cincinnati.
Pero además, estos dos discos le permitieron demostrar que ya había superado la necesidad de los sencillos. Entre la facilidad que presenta Spotify para escuchar trabajos completos, el prestigio que ha conseguido y su ejército de fanáticos leales, Swift pudo permitirse dos discos sin canciones de pop pensadas para la radio o los estadios. Son dos trabajos que, a pesar de ser profundamente melancólicos, no se obligan a ser personales y que mostraban una madurez como compositora que pocos artistas pueden presumir con apenas 30 años.
LA REVERSIÓN DEL CATÁLOGO TAYLOR SWIFT
El otro gran reto de la artista en los últimos años ha sido recuperar el control de su catálogo tras la compra de sus grabaciones originales por parte de Scooter Braun, manager de Justin Bieber. Es una situación que han enfrentado muchos artistas, que al firmar su primer contrato dejan el control de sus primeros masters a las disqueras.
Al no poder recuperar el control de las mismas, que por cosas del destino han terminado pasando del control de Braun a una subsidiaria de Disney, Swift ha ido lanzando versiones regrabadas de sus primeros seis discos. De momento, dos de ellos han viso la luz, ‘Fearless (Taylor’s Version)’ y ‘Red (Taylor’s Version), que le permiten vender los derechos de su música para uso en televisión y cine, así como no dividir los ingresos por ventas y streamings con la disquera.
Pero además han sido un experimento artístico interesante. Más allá de los intentos de la artista por mantener la producción tan cerca de los originales como es posible, las nuevas versiones no pueden evitar capturar los años de experiencias entre ambas grabaciones. Sea la sutil nostalgia que se filtra en los temas de ‘Fearless’, o el poder que tiene escuchar a una mujer de más de 30 sentirse con ‘22’ años en ‘Red’ hay algo magico en las nuevas grabaciones.
Además, por supuesto, están las nuevas canciones que Swift ha sumado a los discos. No solo incluye colaboraciones con figuras como Phoebe Bridgers, sino que rescata canciones como ‘Mr Perfectly Fine’ o la versión de 10 minutos de ‘All Too Well’. Las dos reversiones podían resultar experiencias aburridas que no captaran la atención del oyente, pero en vez de eso han casi reemplazado a las originales en los ojos de sus fanáticos, y en casi toda la cultura pop.
A estas alturas lo único que podemos decir de Taylor Swift es que se ha ganado el derecho de hacer lo que quiera. Ahora que tenemos ‘Midnights’ en nuestras manos, es bueno recordar que la única discusión es el lugar que ocupa en uno de los cancioneros más importantes del pop moderno.