San Gerardo Mayela es un santo que se hizo muy conocido por los milagros que obró en vida, siendo uno de ellos el haber multiplicado las raciones de panes, no obstante en un primer momento fue un misionero redentorista y se le considera el santo patrono de las madres. Según los datos que aportó el Instituto Nacional de Estadística de España, hay aproximadamente unos 19.000 caballeros que han sido bautizados con el nombre de Gerardo, y es posible que tú conozcas a alguno, por lo que no se te puede olvidar felicitarlos el día de hoy.
San Gerardo Mayela
San Gerardo Mayela comparte reconocimientos el día de hoy con Santa Eduvigis y con Santa Margarita María de Alacoque, pero se destaca de ellas por haber sido un santo que logró devolverle la vida a un muchacho que cayó de una roca, así como multiplicar las raciones de los panes que se repartían entre los pobres o por haber caminado sobre las aguas para poder llevar a un barco que se encontraba lleno de pescadores hasta un puerto que fuera seguro, hechos más que trascendentes que justifican que narremos lo que se sabe de su vida.
San Gerardo Mayela nació en la población de Muro, situada al sur de Italia, se dice que en el año 1726, siendo su madre Benedecta, quien fue la persona que le enseñó el amor a Dios. A la edad de los doce años tuvo que hacerse cargo de la totalidad de su familia, porque su padre falleció, logrando convertirse al poco tiempo en aprendiz de sastre dentro del negocio de una sastrería local cuyo propietario lo maltrataba.
Fueron cuatro años los que San Gerardo Mayela tuvo que trabajar como aprendiz de este sastre, momento en el cual estuvo lo suficientemente capacitado para abrir su propio negocio de sastrería, de hecho entró en el servicio del Obispo de Lacedonia, que era un hombre que tenía un carácter bastante duro. Por esa razón, sus amigos le decían que debía renunciar a ese cargo, pero San Gerardo Mayela no se hizo menos y siguió al servicio del Obispo hasta su fallecimiento, que ocurrió tres años más tarde.
Al cumplir los 19 años pudo regresar a su pueblo natal, estableciéndose como sastre, un oficio en el que ya había sido probada su habilidad, y aunque su negocio prosperaba, la realidad es que no ganaba dinero suficiente con él. La razón de ello es que San Gerardo Mayela regalaba casi todo lo que tenía, aportando dinero para la manutención familiar de su madre y hermanas, dándole lo que restaba a los pobres.
San Gerardo Mayela era un hombre para el cual la solidaridad y la caridad eran esenciales y considera que son parte del constante incremento del amor que Dios le concede. A partir de allí fue conocido por tomar parte activa con los misioneros redentoristas, siendo fuerte en la verdad y paciente en la caridad, y los milagros que se le atribuyen son extraordinarios.
¿Quien fue San Gerardo Mayela?
De hecho, las madres acudían a San Gerardo Mayela, porque le tenían mucha confianza, y le pedían que bendijera las escasas cosechas familiares para que resultaran suficientes para mantenerlos hasta la próxima cosecha. Otro milagro que se le atribuye es su protección a las mujeres embarazadas, bendiciéndolas para que tuvieran un buen parto, y las instruía sobre cómo debían educar a sus hijos.
Durante el año 1755, San Gerardo Mayela tuvo una hemorragia, junto con una disentería que acabó por complicarse causando su fallecimiento el 16 de octubre, en la comunidad redentorista de Materdomini. Al momento de fallecer, el hermano que ejercía de sacristán tocó las campanas de la comunidad como se tratara de una festividad, en lugar del toque de difuntos.
El 16 de octubre no sólo recordamos a San Gerardo Mayela, sino también a otros hombres y mujeres que tuvieron un papel importante la difusión de la fe, entre los que se encuentran Santa Eduvigis, Santa Margarita María de Alacoque, San Anastasio de Pamiers, San Beltrán de Comminges, Santa Bonita de Brioude, San Elifio de Toul, San Galo de Arbona, San Gauderico de Mirepoix, San Longinos soldado, San Lulo de Hersfeld, San Mumolno de Noyon, San Rodolfo de Gubbio, San Vidal de Retz, Beato Gererdo de Clairvaux y Beato Pedro Casani.