En vida, fue hija de Urbano, quien fue un gobernador romano pagano con un carácter bastante belicoso, pero que encontró la fe en Cristo siendo aún una niña. En España se trata de un nombre muy popular, así que si conoces a alguna Cristina, que no se te vaya a olvidar felicitarla en este día.
Santa Cristina de Bolsena
Santa Cristina de Bolsena nació en la ciudad de Tiro, en lo que actualmente es territorio del Líbano y fue la hija del gobernado romano Urbano. A despecho de su familia y de las tradiciones religiosas seguidas por su padre, Santa Cristina de Bolsena logró trabar contacto siendo todavía una niña con un grupo de mujeres que seguían la doctrina de Cristo, quienes le enseñaron todas las obras del hijo de Dios, abrazando de inmediato la fe en Jesús. Pero Santa Cristina de Bolsena tuvo que esconder siempre sus creencias religiosas de su padre, quien no sabía nada con relación a la verdadera devoción de su hija por la doctrina cristiana. Aunque el padre si logró darse cuenta de que su hija había adoptado la costumbre de romper las estatuas en las que se presentaban a los dioses romanos a los que adoraba Urbano y que se encontraban en su casa, a lo que éste no le dio importancia, pensando que se trataban de simples juegos de la niña.
No obstante, su padre se enteraría años más tarde de la devoción religiosa de Santa Cristina de Bolsena y al hacerlo dijo: «No se ha de decir en el mundo que una niña me dio la ley, ni que estos hechiceros de cristianos triunfan de nuestros dioses en medio de mi propia familia. Yo veré si sus hechizos pueden más que mis tormentos y si la paciencia de una hija ha de hacer burla de la cólera de un padre», procediendo a someter a su hija a toda especie de sufrimientos y de torturas, de los que la niña logró salir indemne por obra y gracia del Señor. Uno de los castigos impuestos fue que Santa Cristina de Bolsena acudiera al templo del dios Apolo, para que rezara a éste e hiciera el sacrificio ritual correspondiente, y se dice que la estatua de Apolo cayó derrumbada al suelo, a los pies de Urbano. Acto seguido, Urbano cayó muerto en un acto violento.
Al morir Urbano, el resto de los gobernadores insistieron en hacer que Santa Cristina de Bolsena se convirtiera a la fe de su padre, pero se cansaron en sus intentos, terminaron por condenar a muerte a la joven para convertirla en ejemplo para los demás cristianos que habitaban en esa comunidad, cuyo número se había incrementado alarmantemente. Sus restos fueron recogidos por otros cristianos y llevados desde Toscana hasta la ciudad de Palermo, en la que a día de hoy son mantenidos y venerados de manera permanente hasta nuestros días.
El santoral del 24 de julio se completa con los nombres de otros santos y beatos, bien por haber sido mártires de la religión o por las labores y obras cristianas que los caracterizaron en vida, entre los que se encuentran San Charbel Makhluf, Santa Cunegunda de Hungría, San Declano de Ardmore, San Estercacio de Mérida, Santa Eufrasia de Tebaida, San Fantino el Viejo, San José Fernández, San Juan Boste, San Meneo de Licia, San Niceta de Licia, San Sarbelio Makhluf y Santa Sigolena de Albi.