- Ubicado junto a la sala Clamores, Trafalgar aspira a convertirse en un bar de toda la vida.
- Una carta breve y sencilla pensada para que el protagonismo se lo lleve una cuidada selección de cócteles, vinos, champagnes, vermuts, cervezas, destilados, vinos dulces y generosos.
- Abre hasta las dos de mañana, con la música de los años 80 como protagonista.
La oferta gastronómica de Madrid es imparable y con un nivel increíblemente alto pero escasean opciones a la hora de encontrar un buen sitio “donde tomar algo”. Un buen bar de barrio. casual y sencillo sí, pero también moderno y alternativo. Razón por la que nace Bar Trafalgar, el nuevo bar de Chamberí que pone de manifiesto el alma y el corazón de los clásicos bares de Madrid.
Beber bien es la máxima pretensión de Bar Trafalgar que, ubicado junto a la Sala Clamores, busca convertirse en un clásico “bar de siempre”. Aquellos que vienen caracterizando a la capital como su insignia cultural y social, esos lugares en los que hemos pasado las horas, compartiendo, riendo, brindando, comiendo y, por qué no, ligando.
Un bar para definir a una generación
“Queremos ser un sitio al que puedas ir a tomarte un vino, jugarte un billar o beberte una buena copa. Nuestra generación siempre ha admirado sitios como el Café Gijón o el Cock, clásicos de Madrid, que representaron una época y por eso perduran. Ahora nos hacía falta encontrar un bar de hoy. Puro y duro. Un bar que defina este momento de la ciudad y de nuestra generación. Así que decimos abrir el nuestro”, explican David Yllera, Nacho Aparicio y Juan Tena, amigos y creadores de Bar Trafalgar.
Intentando huir de las modas, en la carta de Bar Trafalgar no hay nada que se salga de la tradición, aunque sí platos de bar que se permiten la licencia de incorporar un ligero toque actual: como unas bravas de Chamberí “amilhojadas”, unas mollejitas de ternera con salsa ‘alegre’, las clásicas gildas, unos perfectos boquerones con piparras o una tradicional ensaladilla rusa. Preparaciones que siempre han acompañado en las barras y que le abren el paso a algunas elaboraciones más complejas, como el ajillo de corvina macerada, la ventresca de atún rojo a la brasa con escabeche de verduras; el bikini de lacón ahumado y conté fundido o La Fina, la cheeseburger de la casa.
Una carta sencilla para todos los públicos
Una carta breve y sencilla pensada para que el protagonismo se lo lleve una cuidada selección de cócteles, vinos, champagnes, vermuts, cervezas, destilados, vinos dulces y generosos que dominan la oferta del local, siempre influenciado por las referencias musicales de sus dueños, ecléctica y diversa como el barrio que los acoge.
Como en cualquier bar, es la bebida y los buenos ratos los que se manifiestan en la gran barra de Bar Trafalgar, anfitriona de un local cuya fachada recuerda al mítico cuadro Nighthawks de Edward Hopper (1942). Ya en su interior –logrado junto con el asesoramiento de la arquitecta Marta Banús– , Bar Trafalgar se divide en dos alturas con sofás y mesas bajas.
Un bar con todas las letras
Siendo un espacio que ha sabido recuperar algunas de las paredes originales del local para darles nueva vida y un toque de modernidad, junto con piezas únicas como una monumental tinaja de barro antigua cuadros y fotos de amigos artistas, sillas de terciopelo azul, taburetes de inspiración industrial, una mesa de billar y equipos de música de los años 80. Por la noche, además, se reemplaza la luz natural que entra por los enormes ventanales del espacio por unas luces de neón rojas que acompañan el recorrido nocturno del local hasta las 2 de la mañana.
“Como cualquier proyecto nuevo da vértigo lanzarse de lleno, pero juntos hemos logrado hacer de Bar Trafalgar un bar muy nuestro. En un momento en el que hay cabida para tantos conceptos prefabricados hemos puesto nuestro empeño en crear un bar de verdad, nuestro bar, un bar de Madrid”.