Es importante comprender que en la evolución de los homínidos, el hombre ha perdido la maquinaria genética para sintetizar vitamina C.
Este error metabólico congénito hace al hombre padecer de anascorbemia crónica si no la incorpora en alimentos frescos, tal como sucedía en los viajes a las Américas, donde se fallecía de escorbuto, una enfermedad carencial por falta de vitamina C.
Aunque en la actualidad es muy poco probable ver pacientes con escorbuto, porque pequeñas cantidades de esta vitamina lo evitan, no se verán muertes por esta causa, pero sí enfermedades carenciales subletales, es decir, que no matan, pero sí enferman, y en ocasiones, gravemente.
La vitamina C, más allá de influir en un correcto funcionamiento del sistema inmunitario como inmunomodulador, es un estabilizador de las membranas de mastocitos, disminuyendo la liberación de histamina y el efecto antihistamínico. Actúa como un efectivo antioxidante celular en dosis adecuadas, apoyando la protección y reparación del ADN. Además, una función importante es la de ser el limitante en el pasaje de procolágeno a colágeno activo (principal tejido que utiliza el organismo para reparar). Teniendo en cuenta esta función, es fácil interpretar que su carencia dificulta la regeneración o reparación de tejidos.
En el caso del endotelio vascular, la capa que recubre internamente los vasos sanguíneos se ve dañada habitualmente por un proceso de glicación de sus proteínas (una especie de caramelización) debido a los niveles de glucosa elevados de forma constante en población general sana y más aún en diabéticos, que genera micro heridas en ese endotelio. Si por carencia de vitamina C no hay colágeno disponible para repararse, es ahí donde aparece el colesterol, que si se encuentra oxidado y en células pequeñas, se pega en forma de parche en esas micro heridas. Esto dará lugar al inicio de la placa de ateroma, que luego crecerá, se oxidará, se ulcerará y probablemente haga un accidente de placa; pero como se puede observar, el colesterol no es el culpable, sino que es la víctima también. No porque en todas las placas haya colesterol, será este el responsable del evento vascular, aquí claramente el origen real es la falta de vitamina C.
El aporte de vitamina C no solo debe ser constante, sino en dosis adecuadas para evitar las consecuencias importantes de su carencia. No solo hay que centrarse en la enfermedad carencial mortal, sino en todo lo que genera por estar en valores o aportes insuficientes subletales, pero que enferman al ser humano incluso gravemente. Esto puede ser evitado por el aporte adecuado de dosis y sales biodisponibles de vitamina C como es la fórmula de C-VITAL SOLUTION.