Estos hermanos se rehusaron a abandonarla fe cristiana en la que creían, lo cual les llevó al martirio y a la muerte, y mientras su familia trataba de convencerlos de que abandonaran su fe cristiana, al menos en público, terminaron por convertirse igualmente en cristianos.
San Marcelino y San Marcos de Roma
Estuvieron entre aquellos que fueron víctimas de lo que se llamó ‘La Gran Persecución’ gestada por el emperador romano Dioclesiano, quiso obligar a toda la población a volver a las viejas tradiciones, de la manera más cruenta que le fue posible. En el tiempo de esa gran persecución, estos hermanos habían sido particularmente prudentes al momento de profesar su fe en Cristo, pero fueron denunciados y descubiertos, lo que les valió ser condenados.
La pena, en principio, debía ser que se les dieran unos azotes, la cual ellos aceptaron, y en esos momentos, sus familiares les rogaban que abandonaran públicamente sus prácticas cristianas, dejándolo para los momentos íntimos y en secreto. No obstante, no pudieron ser doblegados y nunca renegaron públicamente de su fe, de modo que fueron llevados nuevamente a la presencia de las autoridades de Dioclesiano, y esta vez se les condenó a morir. Sus familiares de nuevo trataron de interceder por sus vidas, pidiendo para ambos un período de gracia, en el que pudieran permanecer en su hogar para ser convencidos de renegar del cristianismo, lo cual fue concedido por los jueces.
En su intento por convencer a San Marcelino y San Marcos de Roma de abandonar el cristianismo, estos esgrimieron razones y argumentos tan convincentes que sus familiares terminaron por convertirse a la fe de Cristo. Al no renegar de su fe durante el período de gracias, San Marcelino y San Marcos de Roma fueron condenados a morir atravesados por lanzas, lo cual ocurrió mientras ellos proferían los nombres de Jesús y de María, un 18 de junio en el año 286. Su entierro se llevó a cabo en un área conocida por el nombre de ‘Las Arenas’, lugar en el que después se edificó un cementerio, pero finalmente sus restos se trasladaron hasta la ciudad de Roma.
Las leyendas populares dicen que un día 18 de junio, pero en el año 1685, se vino una tormenta muy fuerte sobre la ciudad de Badajoz, en la Provincia de Extremadura, y que ello ocasionó que un rayo cayera sobre un polvorín, en el que se encontraban almacenadas las armas y las municiones, que estaba ubicado bastante cerca de la sede del episcopado de la ciudad, lo que hizo temer por la explosión que podría acabar con media ciudad, a lo que los religiosos decidieron rezarle a los santos mencionados en el santoral del día, San Marcelino y San Marcos de Roma, y bien haya sido por los rezos, o por la propia intervención de los santos en las labores de extinción del fuego iniciado por el rayo, San Marcelino y San Marcos de Roma salvaron a la ciudad y fueron nombrados santos patronos de Badajoz.
De acuerdo con los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística, en España hay alrededor de 15.000 hombres que fueron bautizados con el nombre de Marcelino y unos 100.000 con el nombre de Marcos, así que no te olvides de felicitar a los que conozcas en este día.
Pero el santoral del 18 de junio no estaría completo sin los nombres de otros santos y beatos cuyas vidas son celebradas en este día, pudiendo mencionar a San Amando de Burdeos, San Calógero Anacoreta, San Ciríaco mártir, San Gregorio Barbarigo, Santa Isabel de Schönau, San Leoncio de Trípoli y Santa Paula mártir.