Basado en el Festival de San Remo, el primer Festival de la Canción de Eurovisión fue idea de Marcel Bezençon, expresidente de la Unión Europea de Radiodifusión. El fin último de la organización era unir a los pueblos en la música y dar a conocer al mundo la música europea. El concurso también tenía la intención de probar los límites de la tecnología para la transmisión en vivo.
El primer festival tuvo lugar el 24 de mayo de 1956, cuando participaron siete naciones en total. A medida que el Festival progresaba, las reglas se fueron volviendo más complejas y los niveles de participación aumentaron hasta más de cuarenta naciones europeas y comenzó a expandirse fuera de la zona europea. Mientras más países se sumaban y la tecnología avanzaba, la UER intentaba mantenerse actualizada con las tendencias nacionales e internacionales.
El final de la Guerra Fría a principios de los noventa y la absorción de la red de Intervision por parte de la UER en 1993, unida a la desintegración de Yugoslavia en 1992, llevó a un repentino aumento en el número de participantes, con muchos países del antiguo Bloque del Este, hasta entonces pertenecientes a Intervision, haciendo fila para competir por primera vez. Este proceso continuó hasta el Festival de la Canción de Eurovisión 2005, en el que Bulgaria y Moldavia hicieron su debut.
Los últimos países miembros de la UER en debutar fueron Azerbaiyán y San Marino, en el Festival de 2008. Otros países miembros de la UER que también pueden participar pero nunca lo han hecho son Argelia, Egipto, Jordania, Líbano (en 2005 oficialmente presentaron su candidatura pero se retiraron antes del Festival), Libia y Túnez. Los únicos países europeos que aún no han participado son Ciudad del Vaticano, Liechtenstein y Kosovo (como estado independiente), si bien ninguno de estos países es miembro de la UER.
La aptitud para participar no está determinada por la inclusión geográfica dentro del continente europeo (a pesar del prefijo «Euro» en «Eurovisión»), que no tiene que ver con la Unión Europea. En 1980, Marruecos —un país norteafricano— participó en la Competición; Israel, nación perteneciente a Asia, lo lleva haciendo desde 1973; al igual que Chipre desde 1981; Azerbaiyán desde 2008; Georgia desde 2007 y Armenia desde 2006. En 2015, por primera vez en la historia, participó un país perteneciente a Oceanía, Australia, siendo este el primer de la UER en hacerlo.
En 2020, por primera vez desde su creación, el festival se canceló debido a la pandemia del COVID-19.
De forma muy resumida esta es la verdadera historia de un festival que año tras año regresa a la actualidad. España llevaba unos cuantos años con un nivel de representantes, yo diría muy bajo, pero este año, nos hemos quedado muy cerquita.
Chanel no ganó Eurovisión a pesar de una buena actuación según los expertos y es que este festival también los tiene. Los 459 puntos conseguidos no fueron suficientes para superar los 631 de Ucrania, pero sí rompieron con la mala racha de los últimos años, e incluso superaron los 125 puntos máximos que España había conseguido en 1973 con Mocedades.
La artista nacida en La Habana se presentó con su SloMo, lo dio todo y España volvió a vibrar con el festival. En España estamos deseando pasarlo bien y disfrutar con cualquier tipo de evento y más después del Covid. Sin embargo, y a pesar de hacer vibrar a todos los asistentes del Palasport Olimpico de Turín y a España entera, las votaciones decidieron que el micrófono de cristal fuera para la canción Stefania, dejando a España en tercera posición, por detrás de Ucrania y Reino Unido.
Ya empiezan algunos países a levantar la voz y decir que hubo tongo en las votaciones. Realmente todo eso ya da igual, el festival cumplió sus objetivos.
Chanel no ganó Eurovisión, pero sus grandes triunfos están por venir y todo empezó en Turín. Esa actuación en el festival es el principio de muchas cosas buenas para ella. Su carrera ya huele a victoria asegurada por lo menos de inicio.
El fenómeno Chanel tuvo su colofón en la actuación en el festival, pero en las últimas semanas las cosas ya pintaban bien. Sobre todo, en los días previos al festival, cuando el aire eurovisivo comenzaba a respirarse en el ambiente. Y es que, si algo consiguió, fue devolver al público español la ilusión por un concurso que en los últimos años nos había apagado las ganas de seguirlo, nuestros representantes anteriores fueron una decepción continua.
Chanel se coló entre las favoritas de las votaciones, y mantuvo el pulso, aunque al final no pudo ser.
También tuvo que soportar las críticas que hablaban de amaño cuando ganó el Benidorm Fest. No era la favorita, ni de la prensa especializada ni del público y a medida que pasaba el tiempo tuvo que hacer frente a las acusaciones de favoritismo y a que la conversación en torno a su elección estuviera centrada en el choque de opiniones, en las teorías de tongo y una negatividad absoluta en redes sociales. Ella ha seguido su camino con ilusión y profesionalidad. Se centró en trabajar un buen número y puesta en escena, en presentar algo digno de la música y estilo actual y su actuación quedará para siempre en el recuerdo histórico de los eurovisivos españoles. Llego el sorpasso de “SloMo” al ”La la la”.