La lubina es uno de los pescados más versátiles a la hora de servirlos a la mesa, pues bien sea que la prepares a la sal, al vapor o a la brasa, su sabor siempre dará de que hablar y por su puesto, la consistencia de su carne te deleitará. Este es uno de los alimentos frescos y nutritivos que valen la pena incorporar a la dieta y la cocción a la brasa es una de las más saludables.
Ahora bien, ¿cómo lograr que quede perfecta con esta técnica de cocción y evitar que termine irremediablemente quemada? Quédate hasta el final y conoce todo lo que necesitas saber para disfrutar de la mejor lubina a la brasa que hayas imaginado.
1Salvaje o de acuicultura, ¿cuál lubina escoger?
Por lo general, en los mercados tendrás acceso a ambos tipos de lubina; y si bien, la salvaje puede resultar un poco más costosa, la diferencia en su sabor y textura, bien valen la pena.
La lubina salvaje tiene una carne más magra que su par, criada en ambiente controlado por el hombre; además, gracias a su alimentación más variada, libre y natural, el sabor de su carne tiene toques distintivos que te van a encantar. Por otra parte, la lubina de acuicultura tiene un mayor contenido de grasa, pero también está mejor controlada a nivel sanitario para obtener solo ejemplares de calidad.
Indistintamente de cuál prefieras, observa que estas estén bien frescas, que sus ojos luzcan abultados y brillantes, la piel brillante y carne firme, olor a fresco y nunca desagradable y fíjate muy bien en su tripa, esta no debe lucir abultada.