La Fiscalía ha reducido hasta los 13 años de cárcel su petición de condena a Manuel Murillo, el hombre acusado de organizar una ‘operación Valkiria’ en España para terminar con la vida del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Ha sido antes de la conclusión de la segunda sesión del juicio que se sigue en la Audiencia Nacional cuando el representante del Ministerio Público ha reducido de 11 años y 6 meses a únicamente 6 años de cárcel por el delito de homicidio en grado de proposición al retirar el agravante de discriminación ideológica que le aplicó en su escrito de conclusiones provisionales.
Sin embargo, el Ministerio Fiscal ha mantenido su solicitud de 7 años de cárcel por un delito de depósito de armas y municiones de guerra. Éste ha sido, precisamente, uno de los principales asuntos tratados en esta sesión de la vista oral, que ha contado con la presencia de un gran número de peritos.
A preguntas del fiscal algunos de los peritos han entrado al detalle, por ejemplo, del funcionamiento del fusil de asalto CETME, utilizado por el ejército español hasta hace poco tiempo. Los expertos han mostrado al tribunal una réplica del mismo para acompañar de forma gráfica sus explicaciones.
Algunas de esas armas contaban con modificaciones realizadas por el propio Murillo, que llegó a eliminar parte del cañón o de la culata de una escopeta de caza y, también, de los diferentes tipos de revólver de los que disponía.
UN TOTAL DE 900 CARTUCHOS
Su testimonio también ha servido para analizar la pólvora y las diferentes sustancias que sirvieron para el acusado para fabricar la munición que utilizaba en sus prácticas en el campo de tiro. En la intervención realizada por los investigadores se localizaron cerca de 500 cartuchos de arma larga y 400 de arma corta.
La segunda sesión del juicio, que se reanudará y concluirá previsiblemente este miércoles a partir de las 10.00 horas, ha arrojado luz sobre uno de los motivos aludidos por Murillo para argumentar los mensajes amenazantes que le fueron expuestos: el consumo de alcohol.
Según dos peritos, la ingesta de bebidas alcohólicas como vino, cerveza u orujo no impidieron que el acusado estableciese comunicación por Whatsapp «contestando y escuchando con patente agilidad». El intercambio de algunos de esos mensajes los realizó, han señalado, en una «fase inicial de intoxicación» que le pudo llevar a tener una «actuación más impulsiva y desinhibida».
SU «MOTIVACIÓN», SER ADMIRADO
«Al Sánchez hay que ir a cazarlo como un cuerno (ciervo) y poner la cabeza en la chimenea. Tantos cazadores en España y ninguno tiene cojones. Solo matan pobres animalitos que no rompen España, a este si que hay que cazarlo», escribió bajo el supuesto influjo del alcohol.
Los citados peritos también se han referido al trastorno del sueño que sufriría Murillo y que habría alterado su concepción de la realidad. Ellos, sin embargo, no lo consideraban «relevante» en el estudio de los hechos.
Igualmente, han señalado que el acusado no sufría ningún trastorno psiquiátrico grave y han detallado cual era la «motivación» de Murillo al revelar algunas de sus intenciones a la mujer que finalmente terminó por revelar esas amenazas e intenciones.
«La conducta de la amenaza que le trasladó a esta señora lo interpretamos como que su motivación no era de llevarlas a cabo, sino de aparentar ser una persona que, bueno… a la que ella pudiera admirar», han afirmado.