Fue una santa que vició en Roma, durante el siglo VI, siendo hija del Cónsul Q. Aurelio Símaco, que fue miembro del senado y fue consejero del Rey Teodorico durante muchos años, a pesar de lo cual lo mandó a asesinar en Rávena, por sospechas de traición que no tenían fundamento. Santa Gala se casó joven y lamentablemente enviudó prontamente, pues son llegó a cumplirse el primer año de su matrimonio.
Santa Gala
Aunque perdió a su esposo prontamente, Santa Gala siguió con el trabajo que apenas había iniciado unos meses antes de morir su esposo, trabajando y orando sin descansar en el Convento y Hospital que habían fundado ella y si esposo en una zona de la ciudad, muy cercana a lo que hoy conocemos como la Basílica de San Pedro, que es hoy la sede mundial del cristianismo. Dentro del convento y del hospital tuvo una vida dedicada a la misericordia y la austeridad hasta su fallecimiento.
Acostumbrada a practicar el ayuno, la oración, la limosna y las obras santas en la propia Basílica de San Pedro, y su vida fue descrita por el Papa San Gregorio I Magno. Sus prácticas y si vida piadosa fue reconocida y resonó en otras ciudades, llegando su ejemplo hasta Cerdeña, sitio en el que se encontraba exiliado San Fulgencio de Ruspe por segunda vez, quien tiempo antes, al haber pasado por Roma, tuvo la oportunidad de entablar amistad con la familia de Santa Gala y éste decidió escribirle una hermosa epístola, que es considerada como un pequeño tratado con veintiún capítulos, confirmándola en su decisión de llevar una vida dedicada a las obras de Cristo y le dio consejos para llevar una vida ascética. Se dice que antes de fallecer, Santa Gala llegó a tener una visión del Apóstol San Pedro, en la que la invitaba a subir al cielo.
San Eutiquio
Este santo vivió al mismo tiempo que Santa Gala, en el siglo VI y es venerado por la Iglesia Ortodoxa y por la Iglesia Católica. Llegó a ser Obispo de Constantinopla y a presidir el Segundo Concilio Ecuménico Constantinopolitano, llevando la voz más fuerte en la defensa de la fe ortodoxa. Fue víctima de un exilio bastante largo, falleciendo en lo que hoy se conoce como Turquía, y antes de morir confesó sobre la resurrección de la carne.
San Filarete
Este es otro santo que es muy estimado por la Iglesia Ortodoxa, se dice que nació en Calabria, en la península italiana, fue conocido con el sobrenombre de ‘el jardinero’. Llegó a convertirse en Abad en el siglo XI, llevando una vida ascética, contemplativa y de oración. Se dice que nació en la ciudad de Palermo en el año 1020, y que su familia era de origen calabrés, pero habían sido apresados en Sicilia por los sarracenos, aunque luego fue puesto en libertad. En el año 1040, con 20 años de edad, San Filarete logró volver a Calabria, población en la que vivió algunos años, antes de ingresar en el Monasterio de San Elías, lugar en el que, con algunas interrupciones, logró vivir los últimos veinticinco años que le quedaban de vida.
Además de Santa Gala, San Eutiquio y San Filarete, el 06 de abril se recuerda a otros santos y beatos que se convirtieron en grandes ejemplos de piedad, humildad y de la práctica de los postulados cristianos, entre los que están San Guillermo de Dinamarca, San Ireneo, San Pablo Lè Bao Tinh, San Pedro de Verona, San Prudencio Galindo, San Winebaldo, Beata Catalina de Palancia, Beato Ceferino Agostini, Beato Miguel Czartoryski, Beato Notkero Bálbulo y Beata Petrina Morosini.