Un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos llevado a cabo gracias a la colaboración de cientos de voluntarios una investigación sobre una nueva especie de escarabajo o coleóptero (‘Berberomeloe payoyo’), que había pasado desapercibida hasta 2020, con el objetivo de poder delinear su distribución geográfica.
El trabajo, publicado en la revista internacional de ‘Zoología Bonn Zoological Bulletin’, ha sido capitaneado por el investigador Fernando Cortés-Fossati, miembro del Grupo de Ecología Evolutiva del área de Biodiversidad y Conservación de la URJC, ha indicado el centro universitario en un comunicado.
Además, se ha realizado en colaboración con la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio de la Junta de Andalucía y, en su vertiente de ciencia ciudadana, con las organizaciones Observation España, iNaturalist y Biodiversidad Virtual.
La investigación ha permitido delinear la distribución geográfica de una nueva especie de escarabajo o coleóptero (‘Berberomeloe payoyo’) que, englobada bajo el nombre de otra (‘Berberomeloe majalis’), había pasado desapercibida hasta 2020.
Sin embargo, investigaciones en biología molecular llevadas a cabo por un equipo del Museo de Ciencias Naturales de Madrid demostraron que esta supuesta especie realmente eran varias muy similares, pero morfológica y genéticamente distinguibles.
De esta forma, la especie ‘Berberomeloe majalis’ se dividió en nueve distintas, surgiendo diferentes especies endémicas de las que no se disponían de datos referentes a su ecología, biología o distribución.
«La especie que hemos estudiado, denominada ‘Berberomeloe payoyo’, habita únicamente en la provincia de Cádiz, Málaga y una pequeña región de Granada. Es conocida de forma local como ‘curita’ y se postula como el segundo coleóptero más grandes de Europa tras el ciervo volante. Puede llegar a alcanzar, en el caso de las hembras adultas, unos 7 centímetros de longitud total», ha explicado el investigador Fernando Cortés-Fossati.
Este coleóptero posee uno de los desarrollos más complejos del reino animal, teniendo hasta siete fases antes de llegar al estado adulto, lo que dificulta su estudio. Sin embargo, su forma adulta es inconfundible para los habitantes de la región.
LA IMPORTANCIA DE LA CIENCIA CIUDADANA
«Tanto el bandeado dorsal del color anaranjado que presenta en su abdomen como los usos farmacológicos de la medicina tradicional que se le daba a la hemolinfa de estos insectos, lo convierten en un animal muy reconocible por los ciudadanos y, por tanto, un candidato ideal para un proyecto de ciencia ciudadana. De hecho, es la primera vez que se aplican este tipo de herramientas al estudio de estos insectos en España y los resultados han sido muy positivos», apunta el investigador.
En concreto, la ciencia ciudadana es un método en auge que consiste en la participación de ciudadanos no científicos en proyectos de investigación mediante la toma de datos, el procesamiento de estos u otro tipo de tareas asociadas, que desarrollan bajo la supervisión de un investigador profesional.
Las principales ventajas de este procedimiento son la posibilidad de contar con un alto número de personas participantes, la inmediatez en la monitorización de los datos o el bajo tiempo de procesado, convirtiéndose así en una herramienta indispensable y complementaria a la investigación clásica.
El investigador Fernando Cortés-Fossati ha destacado así que este trabajo ha sido posible gracias a la sinergia de datos provenientes de ciencia académica (campañas de muestreo en su mayor parte), pero también a la ciencia ciudadana, «que ha sido indispensable». «En el resto de Europa, es una práctica muy común, de largo recorrido y que cuenta con gran cantidad de participantes, que se ha aplicado exitosamente a diferentes grupos de organismos, como, por ejemplo, escarabajos, mariposas o aves», ha concretado.