La Fundación Mensajeros de la Paz, creada por el padre Ángel, cuenta con una carpa de ayuda en la emergencia instalada en la ciudad de Chernovtvi, situada al suroeste de Ucrania.
Según ha informado este martes la ONG, la carpa se encuentra a 20 metros de un refugio, y está equipada con cocina, comedores y colchones. La fundación estima que empezará a dar unas 1.000 comidas diarias en cuanto se produzca en la zona una nueva avalancha de personas que no han podido abandonar el país.
La ONG del padre Ángel ha recordado que la organización se trasladó a las fronteras de Ucrania a finales de febrero, cuando se produjo la invasión rusa. Desde entonces, sus cooperantes están trabajando en el paso fronterizo de Siret y el de Suceava, por el que calculan que ya han visto abandonar el país a unos 200.000 ucranianos.
«El grueso de los que huyen son mujeres y niños, puesto que los hombres de entre 18 y 60 años tienen prohibido dejar Ucrania, movilizados en los combates», ha recordado, para después añadir que también hay algunas mujeres que han escapado solas, como Natalia, que tiene 70 años y cuenta que abandonó Kiev obligada por su hijo mayor.
En este caso, la ONG ha informado de que, al entrar en Rumanía, los bomberos han trasladado a Natalia en una furgoneta a un centro de FRONTEX, que le ha facilitado la documentación para continuar la ruta. De ahí ha pasado, bajo la nieve y las bajas temperaturas, a refugiarse en el polideportivo de primera acogida de Mensajeros de la Paz, con duchas, baños, colchones y comida y bebida calientes.
Arropada con una manta, explica que tiene familia en Italia, por lo que se trasladará con Mensajeros a uno de sus hoteles en Oradea, y desde esta ciudad rumana ocupará una plaza en uno de los autobuses de la organización, con destino a Milán. Como el que llegó el pasado viernes, 11 de marzo, a Madrid desde Siret, con 40 mujeres y 15 niños, ha comentado la ONG.
Desde el macrodormitorio, en las fronteras, consulta su móvil y llama continuamente a su hijo menor, de 30 años, del que no sabe nada. De momento no ha contestado sus llamadas. «Una situación cada vez más común entre los evacuados y los familiares que dejan atrás, en ciudades privadas de electricidad e incluso agua», ha indicado la ONG.
Por su parte, Anastasia, de 24 años y estudiante de magisterio en Italia, forma parte de un equipo de voluntarios en las fronteras de Ucrania desde hace 15 días. «Estoy aquí porque amo a las personas», cuenta. Al margen de las nacionalidades, «todos somos iguales». Acompañando a los evacuados que asiste Mensajeros de la Paz, Anastasia confiesa que le ha hecho llorar «ver familias divididas».
«Una ofreciendo su apoyo y otra tratando de ponerse a salvo, Anastasia y Natalia encarnan la gravedad de las consecuencias de la guerra en la población civil de todas las generaciones. Pero también la esperanza que aporta la ayuda humanitaria. Una ayuda que Mensajeros de la Paz está brindando dentro de Ucrania y en sus fronteras gracias a la financiación de la fundación A.M.A. y la alianza en el terreno con la ONG Remar, su compañera en emergencias en Europa», ha señalado Mensajeros de la Paz.