No puede decirse que San Amos profeta pueda ser considerado estrictamente un santo cristiano, ya que, de acuerdo con lo que ha podido saberse de su vida, fue enviado por el señor para enseñar la palabra en el territorio de Israel durante algún momento del siglo VIII antes de Cristo, por lo que decimos que es un santo pre cristiano, que pertenece a la etapa del viejo testamento, lo que no puede negarse son sus obras y la influencia que su actividad tuvo entre los judíos de la tierra prometida.
San Amós profeta
De acuerdo a lo que ha podido recopilarse de la historia y de la biografía de este santo, San Amós profeta nació en Tecoa, que por aquellos tiempos se trataba de un asentamiento israelí, situado en las fronteras del desierto de lo que se llamaba Judea. Era un joven proveniente de una familia de campesinos, que se dedicaba a cultivar la tierra y pastorear ovejas, que no formaba parte de ninguno de los movimiento profetizadores que abundaban en esa región en aquellos tiempos.
Un buen día, encontrándose realizando sus labores habituales en el campo, se dice que recibió la palabra y la inspiración divina y comenzó a esparcir la palabra del señor, haciendo especial referencia en sus sermones en la desigualdad social que vivía el pueblo hebreo en esos tiempos, así como la gran desigualdad en la repartición de las riquezas, denunciando la hipocresía de los dirigentes religiosos, así como las falsas creencias religiosas y supersticiones que se encontraban muy extendidas entre los judíos, ya que según sus palabras esto perjudicaba a la verdadera fe.
Y no se detuvo allí, sino que también se dedicó a denunciar la corrupción de la sociedad de su época, predicando la doctrina del arrepentimiento, con el argumento de que un día Dios, asqueado de todas esas práctica, haría que los cielos se cubrieran en tinieblas, y reprendería a los hombres por su mal comportamiento y las malas acciones que habían cometido. Esa doctrina ha permanecido viva y vigente aún en nuestros tiempos, muchos siglos después.
Pero las prédicas de San Amós profeta llegaron a convertirse en un incordio para las clases dominantes de la judería de aquellos tiempo, llegando a meterlo en muchos inconvenientes, porque se impuso como meta cumplir férreamente con la misión que le había encomendado Dios, haciendo que ganara muchos enemigos, entre los que se encontraba un sacerdote de la zona de Betel, que era una región que se encontraba en las cercanías de Jerusalén, así como su hijo Ozías, quienes no repararon en poner inconvenientes y obstáculos a la tarea que debía realizar San Amós profeta, tildándolo de falso, hipócrita y deshonesto, calificativos que muy bien podían ser empleados contra ellos mismos, según las enseñanzas del santo.
Pero el 31 de marzo no sólo recordamos a San Amós profeta, sino que igualmente celebramos la vida y las obras de otros santos y beatos que fueron un pilar muy importante para el cristianismo, tal como lo entendemos hoy, entre los que mencionamos a San Renato de Mérida, San Agilolfo, San Benjamín de Argol, San Guido, abad, Santa Balbina, Beata Juana, Beata Natalia Tulasiewicz, Beato Amdeo de Saboya y Beato Buenaventura Tornielli.