San Bacilio de Ancira llegó a ser Obispo de Ancira, aunque también ejerció como médico, lo que se conoce hoy con el nombre de Ankara, que está situada en Turquía, en los tiempos tempranos del cristianismo, entre el 336 y 360. Lo que cuenta la tradición católica es que la principal actividad que llevó a cabo en vida fue hacer una oposición feroz al arrianismo radical, quienes negaban el hecho de que Jesús y Dios eran una misma persona.
San Bacilio de Ancira
Fue electo obispo en el año 336 con el apoyo de los seguidores de Eusebio de Nicomedia. Se convirtió en uno de los principales líderes de los semiarrianos y logró organizar el concilio de Ancira, en el que fueron condenadas las opiniones trinitarias, las sabelianas e incluso las posturas arrianas más radicales.
Por esa causa llegó a ser depuesto de su cargo y excomulgado por los partidarios del arrianismo, no obstante, el emperador Constancio II lo restituyó en su cargo, aunque se le volvió a deponer en el año 360, y finalmente exiliado hacia Iliria, que es una antigua región que se encuentra en Los Balcanes, en donde falleció.
San Bienvenido Scotivol fue otro obispo cuya historia es más reciente. Según la información que se maneja, nació en la población de Ancona, en Italia, en el año 1188, llegando a estudiar derecho en la Universidad de Bolonia, bajo la guía de San Silvestre Guzzolini, canónigo de Osimo, llegando a ser nombrado capellán pontificio de Ancona. Durante el año 1263, llegó a asumir el cargo de administrador de la diócesis de Ósimo, y un año después el papa Urbano IV le dio el cargo de Obispo. Según cuenta la historia, San Bienvenido Scotivol fue nombrado el 1 de agosto de 1263 administrador de la diócesis de Osimo, que fue anexada a la diócesis de Numana por el Papa Gregorio IX, como un castigo por su adhesión al partido del emperador Federico II. Cuando se restableció la sede de Ósimo, el 13 de marzo de 1264, el Papa Urbano IV hizo a San Bienvenido Scotivol su obispo. En 1267, el Papa Clemente IV le dio el gobierno de la Comarca de Ancona. También se encuentra entre sus méritos ordenar como sacerdote a San Nicolás de Tolentino y fue muy devoto de San Francisco, llegando a acoger en su diócesis a los Hermanos Menores, vistiendo él mismo el hábito franciscano.
Al llegar al cargo de administrador, fue un destacado buen gestor, tal como se demuestra del hecho de que impidió que se vendieran propiedades de la iglesia al Monasterio de San Florencio de Pescivalle. Falleció muy anciano, a la edad de 94 años y sus restos están sepultados en la Catedral de Ósimo, que es un lugar de culto y de peregrinación, atribuyéndosele la realización de varios milagros.
Hoy, 22 de marzo, también se rinde homenaje a otros santos y beatos que se convirtieron en un ejemplo para la cristiandad, que son San Epafrodito, Santa Lea de Roma, San Nicolás Owen, San Pablo de Narbona y Beato Francisco Chartier.